Ester “Etty” Hillesum (1914 – 1943) fue una joven judía
holandesa que escribió un diario entre los años 1941 y 1943. Recuerda al diario
de Ana Frank, pero escrito por una mujer de 27 años. Estudió derecho en Amsterdam.
En 1939 contactó con Julius Spier, un judío alemán que se había formado como
psicoanalista con Jung, que supuso un gran cambio en su vida. Fue Spier quien
la puso en contacto con la Biblia y las obras de San Agustín. Etty intenta
crecer humana e intelectualmente, leyendo a Tostoi, Dostoievski y al poeta
Rainer María Rilke, a quien valoraba especialmente.
Durante muchos meses, a petición suya, aceptó vivir en un
atestado campo de tránsito, Westerborck, pues deseaba estar con sus
compatriotas judíos holandeses para dispensar medicamentos y ofrecer palabras
de aliento. Morirá, junto con sus padres y hermanos, en Auschwitz, el 30 de
noviembre de 1943, a la edad de 29 años.
“Voy a “ensimismarme” durante media hora todas las
mañanas antes de trabajar y a escuchar mi voz interior, a perderme. Puede
también llamarse “meditación”, aunque estoy un poco harta de esta expresión.
Pero, en cualquier caso, ¿por qué no? Se trata de media hora en silencio con
una misma.
Que sea este el objetivo de la meditación: convertir lo
más íntimo del propio ser en una vasta llanura en la que ni el más leve rastro
de maleza impida la visión, para que pueda entrar en ti algo de “Dios” y algo
también de “amor”.
“Esta tarde he estado viendo con Glassner unos grabados
japoneses. Así es como yo quiero escribir: con toda esa cantidad de espacio
alrededor de unas pocas palabras. Odio la palabrería. Las únicas palabras que
deseo escribir son las que están naturalmente entretejidas con un gran
silencio, no las que sirven meramente para ahogar el silencio y perturbarlo.
Las palabras deberían servir, simplemente, para acentuar el silencio.
Justamente como aquel grabado con una ramita florecida en la esquina inferior.
Unas cuantas y delicadas pinceladas -¡pero con qué atención al más mínimo
detalle…!-, y en torno a ellas mucho espacio, pero no un espacio vacío, sino
inspirado. Las cuatro cosas importantes de la vida pueden decirse con pocas
palabras. Odio la acumulación de palabras. Si alguna vez escribiera –pero
¿qué?-, me gustaría dibujar unas cuantas palabras sobre un fondo de silencio.
Se trata de describir e inspirar el silencio y la calma.”

“De noche, los barracones eran iluminados por la luz de
la luna, hecha de plata, y de eternidad: como un juguete que se hubiera
deslizado de la mano providente de Dios.”
“Por la noche, al acostarme, rodeada de mujeres y niñas
que roncan suavemente, que sueñan en voz alta, que sollozan silenciosamente,…a
veces me invadía una infinita ternura y seguía despierta durante horas, y
oraba: “Concédeme ser el corazón pensante de los barracones”. Y eso es lo que
quiero ser de nuevo. El corazón pensante de todo un campo de concentración.”
“No tengo miedo a mirar al sufrimiento directamente a los
ojos.”
“A través de mí fluyen inmensos ríos y se alzan altas
montañas. Y más allá de los matorrales de mi agitación y confusión se extienden
las amplias llanuras de mi paz y de mi rendición. Todos los paisajes están
dentro de mí. Y hay espacio para todo. La tierra está en mí, y también el
cielo. Y bien sé que algo como el infierno puede estar también en una, aunque
ya no lo experimento en mí, pero aún puedo sentirlo en los demás con gran
intensidad.”
Escritos esenciales de Etty Hillesum. Sal Terrae.
“Cuando tienes vida interior, es indiferente de qué lado
de las verjas del campo estás…Ya he sufrido mil muertes en mil campos de
concentración…Ninguna información nueva me angustia ya. De una u otra forma, lo
sé todo. Y sin embargo, la vida me parece hermosa y llena de sentido en todos y
cada uno de los instantes”.
“La vida es hermosa y todo cobra sentido incluso en su
sinsentido”.
Espiritualidad en las fronteras. Juan Manuel Palma.
Página 127.