Los dispositivos móviles son maravillosos y ofrecen posibilidades increíbles de acceder a todo tipo de conocimientos, pero siempre está el lado negativo, y tienen un enorme lado negativo. Son adictivos, estimulan la mente, de la cual te quieres liberar. Esto te lo impedirá.
https://www.youtube.com/watch?v=CZ7r6BlK-1M
No negaré que este aparato multifunción, bien empleado, tiene sus ventajas, que todos conocemos, pero tiene su cara B: Es invasivo, adictivo y favorece la dispersión y la desconexión de la realidad. Me referiré, ya que comparto este escrito en un blog de espiritualidad, más bien a esto último.
Gracias a este aparato actualmente la dispersión y la verdadera desconexión de la realidad son una pandemia. Es habitual, por ejemplo si viajas en un tren, ver a la mayor parte de los ocupantes del vagón, da igual la edad, absortos en su móvil, sea viendo vídeos, enviando wasaps, consultando sus redes sociales, jugando a juegos, escuchando música, etc. Lo que ya no es tan habitual, es ver a la gente del vagón dedicarle tiempo a contemplar el paisaje por el que discurre el tren. La realidad ya no interesa, solo interesa “la realidad” virtual del móvil.
Pero la desconexión no es solo exterior, también es interior. La práctica de la meditación, sea meditación zen, vipassana o mindfulness, consiste básicamente en íntimar con uno mismo, en ir a lo más hondo de nosotros mismos, para encontrar el silencio y la espaciosidad que somos en el fondo. Nada más ajeno para quien vive desconectado de su interior y conectado un montón de horas a una realidad virtual ilusoria.
Un anillo, perdón, quería decir un móvil, para gobernarlos a todos. Un móvil para localizarlos, un móvil para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la tierra de Mordor.