nos ayudamos a creer
que somos alguien.
Tal y como se afirma en este “haiku” que
escribí hace tiempo, en nuestras relaciones habituales esto es siempre así,
pero a veces te encuentras a “alguien”, como Tony Parsons, en que esto no
sucede, y entonces, de forma impredecible, por resonancia, puede que surja la
libertad.
A mí Tony Parsons me
recuerda a esos grandes maestros zen chinos de la dinastía Tang, la época
dorada del zen, como Chao chou:
Un monje preguntó a
Chao chou (Jôshu en japonés): “¿Qué dirías tú si yo viniera a donde ti con
nada?”. Joshu respondió: “Lánzalo al suelo”. El monje protestó: “Yo he dicho
que no tenía nada, entonces, ¿qué es lo que tengo que soltar?”. “Bien, en este
caso llévatelo”, fue la contestación de Jôshu.
Se suele considerar su enseñanza
como neo-advaita, aunque no creo que él esté de acuerdo con esto.
Nos lo cuentan Eva y Jorge, que
estuvieron en el encuentro con Tony Parsons en Londres.
José Luis Andrés
La primera vez que vi a Tony estaba
cómodamente sentado en un sillón, frente a una taza de té, en la antesala del
salón de actos del hotel; una hora antes de su encuentro. Claire, su
encantadora esposa, y su secretaria, preparaban la repostería y termos con
bebidas para los descansos. Contentos de pillarlo a solas; impulsivamente le
dijimos que sentíamos no dominar mucho el inglés. Tony sonrió abiertamente y
dijo con rotundidad que mucho mejor y así no nos enredábamos con las
respuestas, alimentando la mente. Tony Parsons es un Koan viviente, como dijo
Eva Ledesma al conocerle. A sus 86 años, socava con naturalidad el pequeño yo,
el condicionamiento de los asistentes; y no sabes dónde termina el gentleman
gentil y donde empieza el socarrón espontáneo y sus ocasionales palabrotas
enfáticas... Pero nadie se siente ofendido pues Tony nunca levanta la voz y
recurre constantemente al humor inglés, la fina ironía o el absurdo. Había unas
50 personas, muchas risotadas y ambiente informal; en esa sala de un hotel de Londres
el 16 y 17 de Marzo de 2019. No sé cómo es Tony Parsons: cercano, irónico,
inflexible en no dar concesiones a la mente, la nada siendo todo... Imposible
de comprender o atrapar con la mente o las emociones el mensaje. Los encuentros
con Tony son unas continuas preguntas y respuestas a bocajarro, no es necesario
levantar la mano. Invariablemente la respuesta es un no a lo personal, un no al
bagaje espiritual del mito del buscador, nada de eso puede sostenerse en su
presencia... Alguna vez, ante la impotencia y rendición de alguno de los
presentes la respuesta era un gritito de alegría de Tony afirmando con la
cabeza y el amago de un aplauso... Aunque luego añadía un cauto:
"aparently..." (aparentemente) No hay nada que pueda hacerse, es como
un batacazo espiritual. Ni incienso, ni maestro, ni música new age, ni
terapias, ni ropa y accesorios orientales... Si no le das un puñetazo ni sales
huyendo a esconderte quizás pueda ser expuesto el secreto abierto... para
nadie.
Jorge Bescós
Este fin de semana en Londres con Tony Parsons. Es un Koan viviente. Un maestro en el arte de demoler cualquier vestigio de aquello que creemos ser, esa sensación de ser un alguien a través del cual experimentamos la Vida. En sus palabras: sólo hay esto, Vida ocurriendo, apareciendo del Vacío, sin límites...
Eva Ledesma