- Estar en un momento de duelo que genere intenso sufrimiento. Esto lo podemos ver especialmente en las primeras etapas de un duelo. En estos casos la meditación nos puede hacer sentir más intensamente el sufrimiento y desajustarnos psíquicamente. En casos de meditadores avanzados sí podría ser de ayuda, pero adaptando la práctica al proceso que se está viviendo.
- Estar atravesando una crisis personal que genera síntomas como ansiedad, tristeza excesiva, insomnio, síntomas psicosomáticos intensos y otros que interfieren significativamente con nuestra vida diaria. Puedo decir lo mismo de meditadores avanzados, que en el caso anterior.
- Tener ataques de pánico.
- Tener antecedentes de episodios psicóticos: por ejemplo dentro de un trastorno de la personalidad, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, psicosis reactiva breve, etc.
- Trastornos de la personalidad: Estaría especialmente contraindicada en personalidades esquizoides, esquizotípicas y paranoides. En el trastorno límite de la personalidad se puede aplicar mindfulness con estricta supervisión terapéutica y con profesionales de la salud mental experimentados en aplicar meditación a este tipo de pacientes. En casos de trastorno narcisista de la personalidad o personas con importantes rasgos narcisistas, pueden intensificarse estos rasgos.
- Haber sido diagnosticado de un trastorno disociativo, pues la meditación puede aumentar la disociación.
- Haber sido diagnosticado de un trastorno somatoforme: hipocondriasis o síntomas graves de somatización.
- Trastorno de estrés agudo: las semanas posteriores a una situación traumática, la meditación puede aumentar la sintomatología y el sufrimiento. La excepción pueden ser meditadores experimentados que saben manejar las emociones difíciles con la meditación.
- Trastorno de estrés postraumático: en algunos casos la meditación puede intensificar los síntomas o reactivarlos. Es importante la supervisión de un profesional de la salud mental en estos casos y que se apliquen técnicas específicas adecuadas a la persona ya este tipo de trastorno.
- Como única terapia cuando hay dificultades psicológicas: algunas personas confunden meditación con psicoterapia y creen que la meditación les puede “sanar”.
En estos casos lo más probable es que la meditación empeore su estado, incluso aunque se disfrace de mejoría porque produzca algún estado de relajación y de bienestar.
- Meditar con un guía poco experimentado o sectario: muchas personas enseñan meditación sin un recorrido serio previo, o sin conocimientos suficientes. En este tema, es fundamental que quien nos guía tenga años de práctica en el camino de la meditación, muestre unos mínimos de equilibrio psíquico, humildad y sentido común. En los casos en los que haya diagnóstico psiquiátrico es preferible hacer la práctica con un profesional de la salud mental, también experimentado en el tema.
En caso de duda, si queremos meditar, mejor consultar con un profesional de la salud mental que también sepa sobre meditación y/o con un maestro que tenga amplia experiencia en el tema.
Los riesgos de la práctica meditativa. Maribel Rodríguez:
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