"Un modelo que me resulta útil es considerar
que el despertar impacta en tres planos de nuestro ser: en el mental (el de la
mente), en el emocional (el del corazón), y en el existencial (el intestinal,
visceral). A medida que el despertar penetra la totalidad de nuestro ser,
podemos experimentar diversos grados de no división en cada uno de estos
planos. Por favor, recuerda que los tres son metafóricos; sólo son una
herramienta para ayudar a dar sentido a aquello que la gente experimenta.
Siempre que no transmitamos este modelo con mucha rigidez, puede ser útil.
El despertar en el plano de la mente.
Es radical ver que todo nuestro sentido de identidad y el mundo mismo son creados por la mente. Esto es como un terremoto; el yo que percibimos que somos no tiene realidad.
El despertar en el plano mental supone la destrucción de todo tu mundo. De este consenso que han acordado los seres humanos.
Suelo decir a la gente que no se equivoque: la iluminación es un proceso destructivo. No tiene nada que ver con ser mejor, ni con ser más o menos feliz. La iluminación es el desmoronamiento de la no verdad. Convierte nuestro mundo en escombros.
Emerge la posibilidad de que la mente, el pensamiento e incluso el discurso se originen en otro lugar. Entonces quien usa la mente es el Ser. El pensamiento puede surgir del silencio; el discurso puede surgir del silencio, desde un lugar más allá de la mente. Y entonces usamos ésta como una herramienta. Pero siempre permanece transparente a sí misma; nunca se queda atascada ni crea una nueva creencia o ideología.
El despertar en el corazón.
Estar despierto en el plano de la emoción significa dejar de derivar el sentido de identidad de cómo nos sentimos y de qué sentimos.
Un ser despierto es un ser tremendamente abierto en el plano emocional. Parte de lo que ocurre en el corazón cuando despertamos es que nos sentimos totalmente expuestos. Cuando estamos expuestos, lo que fluye naturalmente de nosotros es amor, amor incondicional.
La señal más cierta de un corazón despierto es que ama incondicionalmente lo que es. Esto significa que lo ama todo, porque ve que todas las cosas son él mismo. Ama incluso a los que tal vez no ame en el plano de la personalidad. El corazón despierto ama el mundo tal como es, no sólo como podría ser.
Despertar en el plano del vientre.
El tercer tipo de despertar es el despertar en el plano del vientre. Éste es nuestro sentido de identidad más existencial. Es esa parte de nosotros donde hay un apego esencial, un aferramiento radical. Es como tener un puño en medio del vientre. Es nuestro sentido de identidad más rudimentario, eso que agarra y se contrae, en torno al cual se construyen todos los demás sentidos de identidad.
A veces, incluso el propio movimiento hacia el despertar puede generar miedo, porque el despertar es una liberación repentina de esa tensión, de ese aferramiento en el vientre.
Cuando renuncias a aferrarte en el plano del vientre, podrías sentir como si te fueras a morir. No obstante, tú no mueres; muere la ilusión de un yo separado. Sólo cuando estás dispuesto a morir en nombre de la verdad puedes soltar el agarre verdadera y auténticamente.
Despertar en el plano del vientre exige afrontar y soltar lo que yo llamo la voluntad personal, o la parte de nosotros que dice: “Esto es lo que quiero y así es como lo quiero”. En última instancia, la voluntad personal es una ilusión, en realidad no existe.
Cuando te apartas del asiento del conductor, descubres que la vida puede conducirse a sí misma, que en realidad siempre ha estado haciéndolo. La vida se vuelve casi mágica. La ilusión del “yo” ya no interfiere. La vida empieza a fluir, y nunca sabes adónde te llevará".
El final de tu mundo. Adyashanti.
Es radical ver que todo nuestro sentido de identidad y el mundo mismo son creados por la mente. Esto es como un terremoto; el yo que percibimos que somos no tiene realidad.
El despertar en el plano mental supone la destrucción de todo tu mundo. De este consenso que han acordado los seres humanos.
Suelo decir a la gente que no se equivoque: la iluminación es un proceso destructivo. No tiene nada que ver con ser mejor, ni con ser más o menos feliz. La iluminación es el desmoronamiento de la no verdad. Convierte nuestro mundo en escombros.
Emerge la posibilidad de que la mente, el pensamiento e incluso el discurso se originen en otro lugar. Entonces quien usa la mente es el Ser. El pensamiento puede surgir del silencio; el discurso puede surgir del silencio, desde un lugar más allá de la mente. Y entonces usamos ésta como una herramienta. Pero siempre permanece transparente a sí misma; nunca se queda atascada ni crea una nueva creencia o ideología.
Estar despierto en el plano de la emoción significa dejar de derivar el sentido de identidad de cómo nos sentimos y de qué sentimos.
Un ser despierto es un ser tremendamente abierto en el plano emocional. Parte de lo que ocurre en el corazón cuando despertamos es que nos sentimos totalmente expuestos. Cuando estamos expuestos, lo que fluye naturalmente de nosotros es amor, amor incondicional.
La señal más cierta de un corazón despierto es que ama incondicionalmente lo que es. Esto significa que lo ama todo, porque ve que todas las cosas son él mismo. Ama incluso a los que tal vez no ame en el plano de la personalidad. El corazón despierto ama el mundo tal como es, no sólo como podría ser.
El tercer tipo de despertar es el despertar en el plano del vientre. Éste es nuestro sentido de identidad más existencial. Es esa parte de nosotros donde hay un apego esencial, un aferramiento radical. Es como tener un puño en medio del vientre. Es nuestro sentido de identidad más rudimentario, eso que agarra y se contrae, en torno al cual se construyen todos los demás sentidos de identidad.
A veces, incluso el propio movimiento hacia el despertar puede generar miedo, porque el despertar es una liberación repentina de esa tensión, de ese aferramiento en el vientre.
Cuando renuncias a aferrarte en el plano del vientre, podrías sentir como si te fueras a morir. No obstante, tú no mueres; muere la ilusión de un yo separado. Sólo cuando estás dispuesto a morir en nombre de la verdad puedes soltar el agarre verdadera y auténticamente.
Despertar en el plano del vientre exige afrontar y soltar lo que yo llamo la voluntad personal, o la parte de nosotros que dice: “Esto es lo que quiero y así es como lo quiero”. En última instancia, la voluntad personal es una ilusión, en realidad no existe.
Cuando te apartas del asiento del conductor, descubres que la vida puede conducirse a sí misma, que en realidad siempre ha estado haciéndolo. La vida se vuelve casi mágica. La ilusión del “yo” ya no interfiere. La vida empieza a fluir, y nunca sabes adónde te llevará".
El final de tu mundo. Adyashanti.
Adyashanti-
Poniendo fin a la ilusión del juego:
https://www.youtube.com/watch?v=IlS-hjsVFwM&t=1467s
https://www.youtube.com/watch?v=IlS-hjsVFwM&t=1467s