24 de febrero de 2020

ILUMINACIÓN O DESPERSONALIZACIÓN.


Resumen del artículo: COLISIÓN CON EL INFINITO. SUZANNE SEGAL. DESPERSONALIZACIÓN Y ESPIRITUALIDAD.


Suzanne Segal nació en 1955 y murió en 1997. En mayo de 1982 tuvo su repentina experiencia de despersonalización, una pérdida del “yo” que algunas personas (psicólogos principalmente) han interpretado como un trastorno de despersonalización, mientras que otras personas lo interpretaron como un despertar espiritual e incluso como la completa realización, es decir, como que se había iluminado completamente. Ella dudó a lo largo de los años entre una postura y otra, aunque finalmente a principios de los 90 se decanto por la interpretación espiritual de que estaba iluminada.
En su rol de “iluminada”, sus enseñanzas se parecían a las de muchos libros neo-advaita.  
Básicamente, la despersonalización es una alteración de la percepción en la que uno se siente separado de su propio cuerpo o de sus procesos mentales o emocionales.
Lo más prudente, si uno se siente afectado por un trastorno de despersonalización, es recurrir a ayuda, puesto que es un desorden de disociación (separación).
La despersonalización espiritual es simplemente la desidentificación de uno mismo con el “yo” (cuerpo, emociones, pensamientos). Es importante no confundir niveles, por lo tanto, porque una cosa es desidentificarse mentalmente de la noción de que “soy el cuerpo, soy estas emociones, soy estos pensamientos”, y otra muy diferente es percibirse aislado o separado del cuerpo, de las emociones o de los pensamientos. En la desidentificación espiritual, uno siente unión, paz y plenitud; es algo agradable. Pero en el trastorno de despersonalización uno se siente separado, aislado, nervioso e incluso defectuoso, enfermo, “estropeado”.
Por lo tanto, no hay problema en darse cuenta y reconocer que no somos el cuerpo (ni sus pensamientos o emociones) o en reconocer que el cuerpo y el mundo son irreales (en términos de la espiritualidad profunda), pero sí habría problema si uno se siente separado de sí mismo o de los demás (del mundo).
Otro dato destacable es la afición de Suzanne a la meditación en su juventud, a raíz de hacerse seguidora de Maharishi Mahesh Yogi y su Meditación Trascendental (MT).
En mayo de 1982, en su cuarto mes de embarazo, le ocurre la famosa experiencia de la parada del autobús. La realización de Suzanne se produjo de forma abrupta e inesperada y sin ningún tipo de preparación. Estaba esperando el autobús tranquilamente y, en un instante, dejó de ser alguien; su identidad personal como Suzanne Segal desapareció en un chasquido.
Desde 1982 a 1992: De un psicólogo a otro, de una persona a otra y me enamoro porque me toca. Resulta curioso que tanta gente la considerara iluminada desde 1982 a pesar de que vivió estos diez años repleta de miedos, inclinada a los amores externos, etc.
Diez años después de su experiencia conoció a Jean Klein (maestro advaita). No fue en privado, sino en una charla pública de Jean, a la que Suzanne asistió. Al final de la charla, durante el turno de preguntas, Suzanne se puso en pie y preguntó si podría comentar algo de una experiencia que ella había tenido.
-Hace diez años, de manera abrupta, mi sensación de ser un yo individual se disolvió, se detuvo, se apagó –empecé-. Desde entonces, nunca más he vuelto a sentir que ahí haya un “yo”. Cuando conduzco un automóvil, pronuncio estas palabras o camino por la calle, nunca hay una experiencia de que una persona esté haciendo estas cosas. Ya no hay ninguna persona.
-¿Quieres decir que no hay una experiencia de un “yo”? –preguntó Jean.
-Eso es –contesté-, no hay un “yo”. Solía haber uno, paro ya no lo hay.
-Bueno, eso es perfecto. Perfecto.
-Pero Jean, ¿por qué hay tanta ansiedad? ¿Y por qué no hay alegría?
-Debes detener la parte de la mente que constantemente intenta mirar en retrospectiva la experiencia –respondió-. Deshazte de esa parte y entonces la alegría llegará.
Luego se reunió con el maestro zen Reb Anderson (del linaje de Shunryu Suzuki), que le dijo que la experiencia del vacío del yo (la vacuidad) es felicidad, así que ella estaba en felicidad, aunque no se diera cuenta.
Posteriormente conoció al maestro de meditación vipassana Jack Kornfield, que le dijo: “Se trata de una experiencia maravillosa. No hay nada que temer…En oriente se usa la palabra akinchina para describir a la persona que está completamente despierta. Refiriéndose a alguien que no tiene nada, no anhela nada, no se apoya en nada y se convierte en nada”.
Ram Dass, el conocido escritor y conferenciante, le dijo que lo había hecho bastante bien, pues había sido capaz de funcionar en su vida, con su familia, etc. Le dijo también que “compartimos el no-yo juntos”.
Poonjaji (Papaji), un conocido y rerspetado discípulo de Ramana Maharshi, escribió que “entre la llegada del autobús y la espera para subir a él, estaba el Vacío en el que no hay pasado ni futuro. Este Vacío se reveló a sí mismo. Esto se debió a los méritos que acumulaste en muchas vidas anteriores. Esta es una experiencia maravillosa. Tenía que quedarse eternamente contigo…Esta es la perfecta libertad…Has alcanzado la liberación de los sabios realizados”.
Gangaji, una maestra del linaje de Ramana Maharshi y Poonjaji, contestó claramente entusiasmada por lo que le había descrito. “Me emocioné al recibir tu carta. Por supuesto que debemos encontrarnos. Estoy muy, muy feliz de que hayas descubierto de manera directa que no eres un “yo” individual. Esta realización del vacío inherente –que es la conciencia pura- de todos los fenómenos, es la verdadera realización. En vista de la conciencia condicionada, se puede sentir inicialmente mucho miedo. En última instancia, el miedo acaba también por revelarse como únicamente esa misma conciencia vacía”.
De 1992 a 1994: Tras los muchos escarceos vividos los diez primeros años tras la pérdida del “yo”, finalmente Suzanne llega a la conclusión de que la interpretación correcta a lo que le pasa es que efectivamente está iluminada desde 1982.
De 1994 a 1996: Periodo “indiscutiblemente iluminada”.
En 1996 escribe su libro “Colisión con el infinito”.
Suzy experimentaba lo que se denomina un “trastorno de despersonalización” debido a una infancia muy traumática, algo que ella reveló posteriormente en su segundo libro inédito (no publicado). El hecho de que esto ocurrió tras quedarse embarazada no es sorprendente, porque el embarazo es un típico desencadenante de los traumas relacionados con el abuso sexual. Suzanne sufrió abusos sexuales de larga duración. La “despersonalización” finalmente desapareció una vez que ella logró integrar gran parte de su traumático pasado tras hacer terapia sobre sus recuerdos en la infancia, y finalmente ella conoció la paz y la libertad, en el sentido de sentirse “entera” de nuevo.
El uno de abril de 1997 Suzanne muere a causa de un tumor cerebral cancerígeno. Pocos de sus seguidores llegaron a enterarse de que su “yo” finalmente volvió y que recobró más o menos la normalidad.






17 de febrero de 2020

COMO LIDIAR CON LA ENFERMEDAD. ECKHART TOLLE.


Una enfermedad puede tanto reforzar como debilitar al ego. Si te quejas, sientes lástima de ti mismo o te irrita estar enfermo, tu ego se hace más fuerte. También se fortalece si conviertes la enfermedad en parte de tu identidad conceptual: “Soy un paciente de tal cual enfermedad”. En cambio, hay otras personas que en la vida normal tienen un gran ego y que de pronto se vuelven tiernas, amables y mucho más agradables cuando se ponen enfermas. Puede que tengan revelaciones que nunca habrían tenido en su vida normal. Pueden acceder a su conocimiento y alegría interiores, y hablar con sabiduría. Después, cuando mejoran, recuperan la energía y con ella el ego.

Como en el ahora no hay problemas, tampoco hay enfermedades. Creyendo en la etiqueta que alguien adhiere a tu malestar, le das fuerza, prolongas la enfermedad. Le das realidad y solidez, y una continuidad en el tiempo que antes no tenía. Centrándote en este instante y evitando etiquetar la enfermedad mentalmente, ésta queda reducida a uno o varios de de los siguientes factores: dolor físico, debilidad, incomodidad o incapacidad. Y eso es a lo que te rindes ahora, y no a la idea de que estás “enfermo”. Permite que el sufrimiento te obligue a estar en el momento presente, en un estado de intensa presencia consciente. Usa la enfermedad para iluminarte.

Podría parecer que la situación está creando el sufrimiento, pero en último término no es así: la responsable es tu resistencia.
Si no puedes aceptar la situación externa, acepta la situación interna. Esto significa: no te resistas al dolor. Permítelo. Ríndete al dolor, a la desesperación, al miedo, a la soledad o a cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo. A continuación observa cómo el milagro de la rendición transmuta el sufrimiento profundo en paz profunda.

La aceptación del sufrimiento es un viaje hacia la muerte. Afrontar el dolor profundo, dejarlo ser, poner tu atención en él, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando hayas muerto esa muerte, te darás cuenta de que no hay muerte y no hay nada que temer. Sólo muere el ego.

Eckhart Tolle. Cómo lidiar con el cáncer y otras enfermedades graves (subtitulado en español):



10 de febrero de 2020

BERTA MENESES. MAESTRA ZEN.

A lo largo de los años he tenido la oportunidad de asistir a unos cuantos sesshin con Berta. Qué puedo decir de ella. Sólo que es una buena maestra zen y una gran persona. Sencilla, cercana, abierta, sabia, acogedora,.. Ahora, por diferentes motivos que no vienen al caso, hace años que no hago sesshin. Echo mucho de menos los dokusan (entrevistas personales) con ella. Me aportó mucho en aquellos tiempos de mi crisis zen. Me siento muy afortunado de haberla conocido. Gracias Berta.

Comparto algunas frases de sus teishos en los sesshin a los que asistí que más me llegaron:

Berta Meneses con Yamada Ryoun Roshi
Zazen es intimidad; hacernos íntimos con nosotros mismos.

Como yo ya soy Eso, simplemente me siento confiadamente.

Debajo de la superficie del que pregunta hay alguien que responde.

Si no hay sangha donde vives para poder acudir a practicar, podéis hacerlo en algún otro grupo que haga alguna práctica de silencio. El zen no tiene nada que ver con el integrismo.

No es importante la experiencia de iluminación, sino la vida iluminada.

Después de una experiencia de kensho aparece la enfermedad del vacío, la enfermedad zen. A algunos les dura días, a otros años. Te crees superior. El pequeño yo se apropia de la experiencia y te vuelves un maestrillo.

El zen es un camino de humildad.

Yo tengo un cuerpo, pero no soy el cuerpo y, a la vez, es una manifestación de lo que soy.

La esencia de todas las cosas se manifiesta aquí y ahora, sea una u otra la forma que tome.

Hay zendos que tienen como un honor tocar la campana, pasar el kyosaku. Al ego le encanta esto.

Zendo de San Felipe Neri
El maestro es un facilitador. Con que no sea un estorbo, ya es mucho.

Cuando nos volvemos de la orden de los predicadores, lo mejor es callar. Siendo es como influimos en nuestro alrededor.

Tomar refugio en el Buda interior.

No tengo nada que alcanzar, sólo tengo que dejarme caer en lo que ya soy.

Veo a nadie a lo lejos (citando a la liebre de Alicia en el país de las maravillas).

No saber es muy íntimo. Es una sabiduría sin límites. Mi mente racional no lo puede describir.


Canal de youtube de Berta Meneses:  

3 de febrero de 2020

LA EVASIÓN ESPIRITUAL. ROBERT AUGUSTUS MASTERS. PSICÓLOGO.


“Se trata de un libro extraordinariamente significativo e importante…verdaderamente, de lectura obligatoria para los tiempos actuales”.
Ken Wilber

La “evasión espiritual”, un término acuñado por primera vez por el psicólogo John Welwood en 1984, consiste en el uso de prácticas y creencias espirituales para evitar enfrentarnos con nuestros sentimientos dolorosas, heridas no resueltas y necesidades de desarrollo.

Ya se han cogido en calzoncillos, o se les ha caído la aureola, a suficientes maestros espirituales, orientales y occidentales; ya ha habido suficientes sectas; ya se ha malgastado suficiente tiempo en chucherías espirituales, credenciales, transmisiones de energía y gurucentrismo para sondear tesoros más profundos.

La verdadera espiritualidad no es un Nirvana, ni un “subidón”, ni un estado alterado. Ha estado bien soñar durante un tiempo, pero nuestra época está pidiendo a gritos algo muchísimo más real, responsable y de pies en el suelo.

Cualquier sendero espiritual, ya sea oriental u occidental, que no trate las cuestiones psicológicas con auténtica profundidad, y en más contextos que meramente el espiritual, está sentado las bases para una abundancia de evasión espiritual.

A pesar de sus innegables efectos calmantes y relajantes, las prácticas meditativas que sedan la mente pueden servir a un fin perjudicial; sentir una mayor calma y relajación no siempre es necesariamente algo bueno, sobre todo cuando no coexiste con el discernimiento. Podemos vernos atraídos hacia prácticas que nos mantengan alejados de nuestro dolor.

La evasión espiritual nos distancia no solo de nuestro dolor y de cuestiones personales difíciles, sino también de nuestra auténtica espiritualidad, dejándonos encallados en un limbo metafísico, una zona en que todo es exageradamente dulce, agradable y superficial.

Hasta las metodologías espirituales más exquisitamente diseñadas pueden convertirse en trampas y no llevar a la libertad, sino solamente al refuerzo –aunque sea sutil- del “yo” que quiere ser un alguien que haya alcanzado la libertad.
Hay otras trampas más sutiles, que nos enseñan la no aversión a través de cultivar la capacidad de ser testigos imperturbables. Más sutiles son aún aquellas que ponen énfasis en tomárselo todo con aceptación y compasión.

La evasión espiritual suele darse especialmente en aquellas vías espirituales que tratan al ego como algo a erradicar, en lugar de considerarlo como una actividad que hay que iluminar e integrar con el resto de nuestro ser.

Loa maestros espirituales que no apoyan a sus alumnos para que hagan psicoterapia en profundidad, tal vez porque ellos mismos ignoran su proceso y sus beneficios, están haciéndoles un flaquísimo servicio al poner demasiado énfasis en la importancia de la práctica espiritual, y solo de la práctica espiritual.

Cuando el trascender nuestra historia personal tiene prioridad sobre el intimar con ella, la evasión espiritual resulta inevitable.

En la evasión espiritual nos aferramos a creencias “superiores” –olvidando que hasta la más sublime de las creencias sigue siendo solo una creencia.

La evasión espiritual se presenta muchas veces como una oportunidad de acelerar el progreso espiritual, como un atajo hacia la iluminación a través de la falsa ilusión. Es este caso, por supuesto, la falsa ilusión es la idea misma de que, realmente, se pueden tomar atajos en la práctica espiritual.

Si estamos bajo las garras de la evasión espiritual, nuestros razonamientos de por qué no tenemos pareja o por qué seguimos en una relación profundamente afectada y estancada, normalmente no se cuestionan.

A los que estamos atrapados en la evasión espiritual la idea de grandes pasos, grandes cambios, nos resulta mucho más tentadora.

La espiritualidad, en última instancia, significa la ausencia de escapadas, la ausencia de la necesidad de escapar y la libertad total a través de la limitación y todo tipo de dificultades.

¿Cuál es el detonante de la evasión espiritual? El dolor. O, para ser más precisos, nuestra tendencia a evitar el dolor.

Para salir de nuestro dolor tenemos que entrar en él. Cuanto mayor es nuestro miedo al dolor más extremas tienden a ser nuestras “soluciones” de evasión espiritual: podemos, por ejemplo, presentarnos como poseedores de un estatus espiritual especial, en un continuo entre la grandiosidad (un “alguien” inflado) y la falsa humildad (un “nadie” inflado).

Los maestros espirituales contemporáneos que en sus enseñanzas y trabajo no incluyen la psicoterapia y que, además, actúan como si aquello que ellos presentan ya fuese suficiente para el despertar espiritual de todos sus alumnos son tan ilusos como peligrosos.

La credulidad espiritual constituye no solo una apertura demasiado ingenua, sino también una regresión, una vuelta al modo de pensar prerracional y mágico de la infancia. El antídoto consiste en desarrollar un agudo sentido del discernimiento.

Vale la pena superar la evasión espiritual. Lo único que tenemos que hacer es dejar de apartarnos de nuestro dolor y entrar conscientemente en él: esto significa el fin del vivir “sin cuerpo”, el fin de la disociación espiritualizada, el fin del analfabetismo emocional y de la inmadurez en las relaciones. La curación del dolor se halla en el dolor mismo. 

Contrariamente a lo que tendemos a creer, cuanto más intimamos con nuestro dolor menos sufrimos. Y, de hecho, hasta puede que se convierta en una puerta de entrada a Lo Que Realmente Importa.

Robert Augustus Masters – Life a Near Death Experience:                 https://www.youtube.com/watch?v=C-Uvp67wI80