28 de octubre de 2013

DESPEDIDAS (I). ECKHART TOLLE.


El ocho de abril se cumplieron ocho años del fallecimiento de mi madre, y me gustaría compartir algo que en su día hice con muy pocas personas, en parte porque se trataba de algo muy íntimo y en parte también porque era algo muy difícil de expresar con palabras.
Había ingresado a mi madre en urgencias, como otras muchas veces en los cinco años anteriores. Estaba muy deteriorada física y mentalmente. Conocía a la gente y se podía conversar con ella, pero al instante se olvidaba de lo que acababa de hablar. En esta ocasión empeoró rápidamente y el médico me dijo que había entrado en coma y se acercaba el final, y me preguntó si le autorizaba a sedarla para que no sufriera. Yo le dije que sí, y así lo hizo.
No me acababa de creer, después de tantos ingresos en los que se había recuperado, que iba a morir. Además, el día anterior el médico me había dicho que seguramente mejoraría y en unos días le daría el alta. Me turné con mi mujer para comer y cuando volví me dijo, asustada, que le parecía que había dejado de respirar. A mí también me lo pareció, así que llamamos a la enfermera, vino el médico y, efectivamente, nos confirmó que había fallecido. Quedaba tan poco de ella que, imperceptiblemente, sin apenas sufrir, había dejado de respirar. Estuvieron las enfermeras un buen rato retirándole las sondas y arreglándola un poco y, seguidamente, nos dijeron que podíamos entrar en la habitación.
En esos minutos que habían transcurrido, su rostro se había transformado. Su expresión ya no era de agonía, de sufrimiento; era de paz. La cogí de la mano, y mirándola, me transmitió esa paz. Por unos minutos sentí una conexión de paz entre los dos. Percibí con intensidad una presencia de paz en la habitación. Qué lástima que las enfermeras al entrar interrumpieran algo tan bonito. Luego le pregunté a mi mujer si también ella la había sentido, y me dijo que no. Me extrañó, más bien me sorprendió, que ella no sintiera también lo mismo.
Así fue como se despidió de mí, transmitiéndome paz desde donde se encontraba. Yo estaba triste y apenado, pero después de esta vivencia me sentí consolado. Mi madre no podía esta en mejores manos.


Algunos años después de esta vivencia, viendo los vídeos de los diez programas de TV que Oprah dedicó al libro de Eckhart Tolle, UN NUEVO MUNDO AHORA, concretamente en el 7º, Eckhart comentó la experiencia de una mujer que había perdido a un hijo. Era exactamente igual que la que yo había vivido.





Cementerio antiguo de Torrero. Paseo Consciente:

21 de octubre de 2013

MÁS ALLÁ DEL DESPERTAR. JEFF FOSTER.

No hay pasos que conduzcan a la realización. Nisargadatta Maharaj.

Con esta cita comienza el libro de Jeff Foster, editado por KAIRÓS, y para mi tiene su gracia, porque he estado subscrito durante un montón de años al boletín trimestral de Zendo Betania, del grupo zen con el que practico, que precisamente se titula “Pasos”. En la siguiente página de la portada del boletín se añade: “Pasos que se van haciendo en el camino del zen”. Sin embargo, dice Jeff Foster en la página 86: Para un individuo, puede resultar muy útil tener un “camino”. Pero en realidad, la idea de camino no hace sino perpetuar la ilusión del “yo”. Todo camino es una mentira, porque implica un futuro, implica que hay algo más que esto. ¿Dónde está el futuro? ¡Ni siquiera tenemos garantizado otro día, ni siquiera otro instante!

Este libro trata de lo completamente obvio, de la búsqueda espiritual y las frustraciones que la acompañan. Trata de la tendencia de la mente a establecer objetivos y esforzarse en alcanzarlos. Trata de la imposibilidad de alcanzar los objetivos últimos que solemos imponernos, la iluminación, el despertar, la liberación y la felicidad permanente, porque –y este es el gran descubrimiento- la realidad de quien los alcanzaría es, para empezar, la misma que cualquier creencia que aparezca ahora mismo…o, dicho de otro modo, que el individuo no “existe”.
Así pues, aunque este libro no trate de nada, puede ser muy útil, sobre todo si tenemos en cuenta que la búsqueda de algo no ha hecho más que conducirnos a la frustración y a la más amarga de las decepciones (Págs. 11 y 12).

Me ha gustado especialmente el capítulo titulado CÍRCULOS VICIOSOS, en el que se dice:

El “yo” que aspira a librarse del “yo” consolida y fortalece al “yo” que quiere librarse.

El individuo que afirma estar liberado de la individualidad es más individuo que nunca.

Quien afirma estar iluminado y libre del deseo todavía sigue atado al deseo de perseguir eso llamado “iluminación”.

El yo que afirma ver a través del yo todavía es un yo: ¡un yo que afirma ver a través del yo!

Sólo un yo puede proclamar haberse liberado del yo.

Sólo un individuo puede proclamar haberse liberado de la individualidad.

Sólo alguien atrincherado en sus creencias puede proclamar haberse liberado de todas las creencias.



Pero ésta no es una condena por más que el personaje “Jeff” haya sido, en ocasiones, culpable de alguna de estas cosas (Pág. 53).

Pero esto tampoco tiene que ver con “permitir” que todo suceda. ¿Quién podría permitirlo? Sería fácil para mí sentarme y deciros: “Permitid el momento presente”, pero eso sólo implicaría más separación, más yo y más ego. ¡El momento presente es! ¡Nadie lo permite ni deja de permitirlo! No hay nadie que pueda hacerlo… (Pág. 88).

La vida sin centro. Entrevista a Jeff Foster:

14 de octubre de 2013

SOBRE EL DESPERTAR (I). MOOJI.

Hay una habitación vacía,                                                                                                                    entra completamente dentro.
No hay historias aquí.
No hay pasado ni futuro aquí.
No hay familiares.
No hay nombres, ni formas, ni tiempo, no hay yo.
No estés en tu cabeza ahora.
Escucha desde otro lugar; un lugar sagrado en el fondo de tu ser.
Todas las cosas de las que hablaste una vez están afuera ahora.
Ésta, es una habitación sin paredes. No hay puerta.
Nada vive aquí.
No es un espacio muerto.
Es tu verdadero Ser y lugar.
La mente intentará decir algo como:
'No puedes estar aquí', o 'No hay nada para ti aquí',
pero esta voz es también fenoménica, sin embargo tú no lo eres...
Así que no toques nada.
Ahora presta atención solo a tu ser inalterado,
no a la sensación personal del ser.
La personalidad es sólo un vestido llevado por el Ser
por una duración de toda una vida.
El cuerpo es también solo un vestido usado por el momento.
Raro es el ser humano que viene a este lugar
el cual no puede ser dividido;
el cual no puede morir,
donde uno es naturalmente feliz,
donde no hay comienzos o finales.
Es de lo más puro- inmaculado.
Desde aquí el ego y el mundo emergen como
imágenes pasajeras, pero lo Real no emerge.
Impregna todo sin embargo nada lo impregna.
Deja todo.
Permanece aquí.
Retrato de Mooji pintado por Pilar Gutierrez Beired
Cuatro cortos vídeos que continúan de Mooji sobre despertar:


7 de octubre de 2013

SIEMPRE JAPÓN



Este es el título de la exposición que vi el otro día en el Centro de Historias, que forma parte de los actos culturales programados en Zaragoza con motivo de la celebración del año dual Japón-España. Después viajará a otras ciudades. 
Hay una sala dedicada al tsunami que asoló Japón. Impresionantes las frases de esperanza, coraje y solidaridad que acompañan las fotos de personas que lo sufrieron. 


Un precioso poema, que expresa muy bien el espíritu del pueblo japonés para afrontar las dificultades de la vida, ocupa un lugar destacado en la exposición:

Sin perder ante la lluvia.
Sin perder ante el viento.
Sin perder ante la nieve o al calor de verano.
Un cuerpo fuerte,
libre de toda avaricia,
jamás irascible,
siempre con alegría serena.
Comer cada día cuatro cuencos de arroz integral,
sopa de miso y unas verduras.
En todo,
pensar primero en los otros.
Ver, escuchar y entender.
Nunca olvidando.
En una pequeña choza de techo de paja,
en un campo a la sombra de los pinos.
Si al este se encuentra un niño enfermo,
dirigirme allí para cuidarlo,
si al oeste hay una madre cansada,
cargar sus fardos de arroz.
Si al sur alguien se encuentra en su lecho de muerte,
decirle que no hay que temer.
Si al norte hay disputas o embargos,
informarles que aquello carece de real importancia.
Cuando hay sequía, derramar lágrimas.
Frente a un verano fresco, caminar laborioso.
Todo el mundo me llamará soñador,
sin ser admirado,
sin ser culpado.
Esta es la clase de persona,
que yo quiero ser.

Miyazawa Kenji (1896-1933)

En otra sala hay una delicada y bella muestra de pintura sumie y cerámica. Hay también unos cuantos haikus distribuidos por las dos salas.




Vale la pena visitarla detenidamente. No te la pierdas.

1 de octubre de 2013

MAESTROS ZEN: MITOS Y REALIDAD (V). ADYASHANTI. FRANCIS LUCILLE.

Leí en cierta ocasión en un número especial de una revista de historia que dedicaban al budismo, que la creencia que hay en el zen de que su esencia, su verdad, se ha ido transmitiendo de maestro a discípulo desde  el Buda histórico, no es cierta. Lo que el Buda parece ser que dijo antes de morir fue “sed vuestras propias lámparas…”, no nombró a alguien maestro y dijo a sus seguidores que le siguieran.
Tenemos que tener siempre presente esa última recomendación del Buda y dar pasos en esa dirección. Además nosotros no somos japoneses, no vemos las cosas como ellos, y los tiempos y la gente han cambiado mucho. Por todo esto creo que el zen debe hacerse más horizontal, más participativo, más democrático, más abierto. Y si esto no sucede, la cosa no funcionará. Por el contrario, el exceso de verticalidad lo que genera es dependencia, pasividad, falta de iniciativa y espíritu crítico.
Jardín zen natural en Ordesa, Huesca.
Dice Adyashanti respecto a esto: “Demasiada gente abdica de ser responsable de sí misma. En la espiritualidad, demasiada gente quiere que alguien le diga qué hacer. Quieren que el maestro les diga: “Haz esto o no hagas eso. Medita tanto tiempo o tanto otro”. Si nos vemos atrapados en este hábito, podemos quedarnos en una especie de infancia espiritual. En un momento dado necesitamos crecer; necesitamos mirar dentro de nosotros y encontrar nuestro guía interior.”
Son muy esclarecedoras las palabras de Francis Lucille: Al progresar en el sendero espiritual, podemos darnos cuenta de que hemos superado enseñanzas queridas y provechosas al comienzo del camino. Ahora parecen insípidas y sin fragancia. O parecen limitantes y dogmáticas, aunque eran exactamente lo que necesitábamos en el momento en que elegimos seguirlas. Cuando sucede esto tenemos que recordar que nuestra lealtad suprema es para con la verdad, no con un maestro o una organización. Siempre debemos obtener nuestras enseñanzas de la mejor fuente disponible, siguiendo en esto tanto nuestra inteligencia como el corazón. Los maestros espirituales no son esposos o  esposas celosos o, al menos, no deberían serlo.”

Jardín zen natural  en Noja, Santander.
Y es que, como me dijo en cierta ocasión una maestra zen, “la gente se ilumina incluso a pesar de los maestros zen”.
Para finalizar sólo deciros que, a pesar de todo esto que comparto, y aunque mi actitud ha cambiado por completo, yo no he abandonado la práctica del zen, porque creo que OTRO ZEN ES POSIBLE. Ama Samy también expresó esto al final de su libro: “El autoengaño y el error son nuestros constantes compañeros. La cura para ellos consiste en abrirnos a los demás y a otros grupos que piensen y opinen de forma diferente y entren a conversar y a colaborar con ellos.” (Por qué Bodhidharma vino de occidente. Pág.121).