23 de julio de 2018

MEDITACIÓN ENTRE REJAS (II). S. N. GOENKA.


En 1994-95, cineastas israelíes viajaron a las prisiones de Tihar y Baroda en el estado indio de Gujarat. El resultado fueron 52 fabulosos minutos de un poderoso documental titulado Haciendo Tiempo, Haciendo Vipassana. La película describe la manera en la cual la meditación Vipassana ha sido exitosamente utilizada, dentro del sistema penitenciario indio, para cambiar drásticamente el comportamiento y la actitud de los internos y de los guardias queparticiparon en los cursos, mejorando así la totalidad de la atmósfera de las prisiones. El curso fue conducido por el Sr. S.N. Goenka y su señora, con 13 profesores asistentes.

Doing Time, Doing Vipassana:

Meditación Vipassana en España tal y como la enseña S.N.Goenka en la tradición de Sayagyi U Ba Khin:

No se cobra por estos cursos, ni siquiera para cubrir los gastos de comida y alojamiento. Todos los gastos son sufragados por donaciones de personas que, habiendo completado un curso, han experimentado los beneficios de la Vipassana y desean dar a otros también la oportunidad de beneficiarse. Deberían tomar ejemplo en occidente bastantes maestros de meditación de las diferentes escuelas y profesores de mindfulness que han profesionalizado la enseñanza de la meditación.
Aunque es de ascendencia Hindú, el Sr. Goenka nació y creció en Birmania. Durante su residencia allí tuvo la buena fortuna de conocer a U Ba Khin, y aprender de él la técnica de Vipassana. Después de recibir entrenamiento de su maestro durante catorce años, el Sr. Goenka se estableció en la India, y comenzó a enseñar Vipassana en 1969. Satya Narayan Goenka exhaló su último aliento en septiembre de 2013, a la edad de 89 años.

El recto camino. Meditación vipassana. Un extracto de entrevista a S N Goenka.
¿Qué es Vipassana?:




9 de julio de 2018

RECOGIDO EN EL AGUA. FÉLIX ARCE.

Conocí a Félix Arce en un sesshin (retiro intensivo de meditación zen) hace ya unos cuantos años. Sucedió por casualidad, en el último día, en la comida de despedida. Durante el sesshin no se hablaba, pero en esta comida ya sí. Estábamos sentados en una larga mesa unas 25 personas. Alguien nos relacionó a los dos con el haiku y nos presentó. Disfrutamos entonces de una breve pero intensa charla. Conectamos enseguida. Los dos practicábamos zen, escribíamos haiku y nos atraía la cultura japonesa. Qué encuentro más afortunado. Desde entonces somos amigos y, aunque vivimos en lugares distantes, seguimos en contacto. De esta relación surgió el libro de haikus PUENTE DE PIEDRA, al que dediqué una entrada en el blog.

Quería recomendaros para este verano RECOGIDO EN EL AGUA, este nuevo libro de Félix Arce de haiku y haibun. Félix tiene el don de  escribir con sencillez, sensibilidad y sinceridad de esas vivencias para las que, como él dice, “las palabras siempre faltan o siempre sobran”. Muchas gracias, Félix, por compartir este don.
Final de la peregrinación de Kumano Kodo.
Para quienes practiquen meditación, encontrarán en el libro un par de preciosas crónicas en forma de haibun de dos sesshin, uno en Brihuega (España) y otro en el templo Kotaiji de Nagasaki (Japón).



viene del río…
ese olor en el aire
que cruza el sendero

frente al río
en la mirada de mi hermano
la de mi padre 

mansamente...
la nieve va cubriendo todo 
salvo el río  



INVITACIÓN DEL VIENTO
Sí, lo sabía, algo en mí lo sabía. A veces basta con sentarse junto al río, sin más, sentarse y descansar junto al río que se remansa, que se ensancha y se detiene. Y con él la tarde y su reflejo, y el cielo, quietos. Descansar.

El trazo de una nube, de lo que fue una nube, flota sobre la superficie del agua que no se mueve.

A veces el mundo gira y no se nota.

… yo mismo, desde hace no sé cuánto tiempo, como jirón de nube que cede a la invitación del viento, no había cesado de albergar pensamientos vagabundos, errando por la riberas marinas…

Unas pocas palabras del inicio de Sendas de Oku, el haibun por excelencia, vienen a mi pensamiento en esta tarde junto al río, a la orilla de la primavera. Mi pensamiento que va y viene, que flota sin más bajo el cielo que no se mueve sobre el agua.

Una ráfaga de viento arranca las hojas secas de un quejigo junto a la orilla. Algunas caen sobre el agua. Las hojas marcescentes crujen un momento, revolotean, y flotan ahora. Y de nuevo la calma. Toco el agua, fría, y unas ondas diminutas recorren su superficie hasta desaparecer un poco más allá. Y más allá un somormujo nada solitario sobre el reflejo del cielo, de las montañas, de los pinos.

A veces las palabras flotan sobre el agua, en el viento, todas las palabras vagabundas, hasta que se desvanecen, se hunden, desaparecen. Y se hacen silencio.

Hay diferentes huellas sobre la arena de la orilla. Diferentes tipos de aves y los pequeños pasos de una nutria. Sigo su camino sabiendo que no me llevará hasta ella. Pero sólo juego. Comparo mis huellas con las de ella, caminando juntas ahora. En el cielo un pato, parece un ánade, traza una curva silenciosa en su vuelo y se aleja al descubrirme en la orilla. Mi mirada lo sigue más allá del reflejo de los oscuros pinos sobre el agua, de las montañas, del cielo que se va enrojeciendo.

Y las huellas de la nutria desaparecen entre las piedras, en el agua. Cómo brilla esta agua tan quieta. Cómo brilla el reflejo del cielo que cubre sus huellas y mi mirada.

El repiqueteo del pico picapinos me lleva hacia el bosque. El reflejo de la luz sobre el agua parece temblar sobre los troncos de los quejigos y los pinos. Del nuevo el pájaro carpintero. Una vez, otra. Ahora el silencio. Y el zumbido de las abejas. Una se detiene sobre el tronco de un pino. Brilla con la luz del atardecer que tiembla más allá del agua.

Me siento sobre el suelo y junto a mí las hormigas caminan con pasos diminutos, ajenos a las sombras, trazando sus senderos misteriosos.

El río, el camino, mis pies cansados, el temblor de la luz sobre el agua… ahora comprendo lo que significa no aferrarse a nada. A nada.

Mis manos se extienden perezosas sobre el musgo que envuelve la base de los troncos. Esta blandura aterciopelada parece enredarse entre mis dedos, atravesar mi piel y llegar a lo más profundo de mí.

El pequeño pino que crece entre las rocas, el brezo que comienza a florecer, las hierbas altas que tiemblan en la leve brisa… y pienso de nuevo en Bashô, en su frágil sombra recorriendo los caminos. ¿Tú también lo sabías? ¿Quién nos tendió la mano, caminante, y atravesó nuestra piel con su voz de viento?

Frente a mí un destello. Un hilo de seda que flota en el viento, que se hace visible por un instante y brilla en la luz del atardecer. Y desaparece de nuevo en el viento.

Y un silencio tan profundo como el mundo brilla ante mí. Más allá del canto del herrerillo y el pinzón, bajo el zumbido de las abejas, el profundo silencio de todas las cosas inunda el corazón del bosque.

Y justo ahora, junto a la orilla, sobre la rama de un pino seco, un cuervo acaba de posarse. Y se va. Sonrío. Y ahora la primavera naciendo en el sol que se pone al otro lado del horizonte.

A veces la invitación del viento es tan elegante que sólo cabe ceder. Y dejarse llevar, y brillar un instante sobre las riberas marinas, antes de desaparecer en el viento.

viento del atardecer
algunas nubes
el silencio del grillo

Se puede adquirir el libro en la página web de la editorial: