16 de septiembre de 2024

LO QUE LA MUERTE ENSEÑA. LAS CINCO INVITACIONES. FRANK OSTASESKI.

Frank Ostaseski es el cofundador y director del Zen Hospice Project de San Francisco, donde ha acompañado a lo largo de los años a más de mil moribundos. Es pues una destacada figura del budismo comprometido, así como del nuevo zen que está surgiendo.


En cierto sentido, nada te prepara para fallar. Pero todo lo que has hecho en la vida, todo lo que te han hecho y todo lo que has aprendido puede servirte.

El Zen Hospice Project fue el primer hospicio budista en Estados Unidos, una fusión de introspección espiritual y acción social práctica.
Consideramos que había un empalme natural entre los practicantes del zen que cultivaban un “corazón oyente” por medio de la meditación y las personas que necesitaban ser oídas en su agonía. Al final instruimos a un millar de voluntarios.
Nunca nos interesó impulsar ningún dogma ni promover una forma de morir estrictamente budista. Rara vez le enseñamos a alguien a meditar. Tampoco dábamos por supuesto que los individuos a los que servíamos nos mostrarían cómo debían morir.
 
¿Seríamos capaces de ver la muerte como si se tratara de una maestra consumada para preguntarle cómo deberíamos vivir?
 
La muerte es mucho más que un suceso médico; es un momento de desarrollo, un proceso de transformación. Nos abre a las más profundas dimensiones de nuestra humanidad. Despierta presencia, una intimidad con nosotros mismos y con todo lo vivo.
 
Formulé por primera vez las cinco invitaciones en una servilleta, a diez mil metros de altura, sobrevolando Kansas.
El productor de un documental sobre la muerte en EEUU que se iba a grabar en la Universidad de Princeton me preguntó si podía referirme a la esencia de acompañar a los moribundos.
Cuando llegó mi turno de hablar, saqué la servilleta.
1. No esperes.
La muerte siempre está con nosotros, es un aspecto esencial de la vida. Todo cambia sin cesar, nada es permanente. Esta idea puede alarmarnos o inspirarnos; si escuchamos con atención, el mensaje que oímos es: No esperes.
No esperes es un camino a la realización y un antídoto contra el sufrimiento.
No esperes es una exhortación a sumergirte completamente en la vida.
No te pierdas este momento por querer que llegue el siguiente. No esperes a actuar cuando algo de verdad importa. No te aferres a la esperanza de un pasado o un futuro mejor; vive el presente.
2. Acepta todo, no rechaces nada .
Es principalmente una invitación a la apertura.
A fin de experimentar una libertad verdadera, debemos ser capaces de aceptarlo todo tal como es. No puedo ser libre si rechazo alguna circunstancia de mi experiencia.
¿Qué rechazas en este momento de tu vida? ¿A qué no le permite el acceso? ¿Qué pesadilla quieres evitar?
Estar abierto es permitir que todo se conozca, que no se oculte, no guardarnos secretos a nosotros mismos, ser todo lo que somos y podemos ser.
3. Pon todo tu ser en la experiencia.
Prueba esto: siéntete en compañía de una persona sin una solución a su problema, sin desempeñar ningún papel. No análices, no repares, no intervengas, no enmiendes. Escucha con generosidad, como si ella tuviera ya todos los recursos que necesita. Limítate a respetar y a recibir lo que se te brinda. Ni siquiera es importante que comprendas. Imagina que basta con tu presencia oyente, que es eso justo lo que se necesita. Un silencio receptivo suele ser más sano que todas las palabras bienintencionadas.
4. Busca un lugar de reposo en medio de la agitación.
La cuarta invitación nos enseña que podemos encontrar un lugar de descanso dentro de nosotros, sin tener que alterar nuestras condiciones de vida. Este lugar de reposo está siempre a nuestra disposición; lo único que tenemos que hacer es acercarnos a él.
Se manifiesta como un aspecto de nosotros que no está enfermo nunca, que no nació ni morirá. Este momento presente es el único lugar donde podemos reposar.
La respiración se convirtió en mi lugar de reposo, un puerto seguro. La conciencia de la respiración es uno de los medios más fáciles y sencillos para tener acceso al presente.
5. Cultiva una mentalidad de no saber.
Una mentalidad de no saber se caracteriza por la curiosidad, la sorpresa y el asombro; es receptiva, está dispuesta a enfrentar todo lo que aparezca tal como es.
Es la “mente del principiante” a la que se refirió Suzuki Roshi cuando dijo: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la del experto hay pocas”.
Cuando no sabemos, todo es posible, porque no estamos limitados por antiguos hábitos de pensamiento o los puntos de vista de los demás; tenemos acceso a la vista panorámica. No saber da lugar a que surja la sabiduría.
No saber es lo más íntimo.


Estas cinco invitaciones me han servido como una guía para lidiar con la muerte, pero resulta que son igualmente relevantes para llevar una vida íntegra. Pueden aplicarse con la misma efectividad a personas que enfrentan todo tipo de crisis y transiciones, desde un cambio de ciudad, la formación o ruptura de una relación íntima o hasta acostumbrarse a vivir sin los hijos en casa.
 
Lo que la Muerte Enseña: Las Cinco Invitaciones. Frank Ostaseski:
https://www.youtube.com/watch?v=SQK4x43YR60
 
 
 
 

1 de septiembre de 2024

EL ZEN ME HA DEVUELTO A CRISTO. PABLO D’ORS.

¿Qué te ha dado el zen?, me han preguntado en más de una ocasión. ¿Cómo es que tú, siendo sacerdote católico, has tenido necesidad de acudir a una práctica espiritual ajena al cristianismo?, han querido saber muchos de mis lectores, conocedores de mi fascinación por el simplemente sentarse en silencio y en la más estricta quietud.

Los primero que me ha dado es el silencio, que inicialmente es un anhelo del alma y, luego, una cruda realidad que te confronta con tus resistencias corporales y tus distracciones mentales, es decir, con tu fragilidad. Entendiendo por silencio una forma de conocimiento singular y radical, una sabiduría que no se queda en conocimientos teóricos, sino que va a la naturaleza del ser humano.
Dos: me ha dado la idea del maestro, la figura de alguien que ha alcanzado aquello a lo que aspira – la iluminación, la plenitud- y que te lo puede enseñar. Tú puedes ser discípulo, esa es una gran noticia. Hay una disciplina que te está esperando y alguien que te puede iniciar y acompañar en esa travesía. Buena parte del declive del cristianismo en Occidente se debe a la pérdida de la autoridad. La dialéctica maestro-discípulo, por contrapartida, es lo que sostiene el silenciamiento del zen.
Tres: un ritual , que es, claramente, una estética de la espiritualidad, pero también muchísimo más: la importancia del espacio sagrado, del incienso, las velas, las reverencias y postraciones… Todo eso son las formas para ir al fondo de la cuestión. . . , pero formas que hay que cuidar, es decir, amar.
Cuatro: me ha dado la idea y experiencia de que existe un itinerario para llegar al fondo de ti mismo. Se pasa de un koan a otro; el maestro verifica tu evolución. Por donde pasas tú, ya han pasado otros. Con el tiempo y la entrega podemos iluminarnos, alcanzar la plenitud y ser así fuente de plenitud para otros.
Cinco: en clara paradoja con lo anterior: el zen me ha dado un no-camino, es decir, que no hay que ir a ninguna parte, pues ya estás donde supuestamente deberías ir. Esto significa dinamitar las pretensiones de futuro y la huida del ahora. Este no tener nada que conseguir y, al tiempo, aspirar a ello, me ha enseñado el carácter paradójico de toda búsqueda espiritual y hasta de la persona y del mundo en general.
Seis: me ha ayudado a reencontrarme con la contemplación cristiana con un vigor y pasión que desconocía. Comprendió que hay una vía de conocimiento silencioso en el cristianismo, la de los padres y madres del desierto, prolongada por el hesicasmo,
y que ese es mi lugar natural.
Siete: me ha hecho descubrir a Buda y al budismo. Invitándome, sutil y elegantemente, a releer mi propia religión desde sus claves. Esto me ha hecho entender el diálogo interreligioso como lugar teológico, como espacio desde el que pensar nuevamente a Dios, y hasta como lugar teofánico, como un ámbito para hacer una nueva experiencia de Dios. Sí, el Dios en el que ahora creo es más misterioso que el de antes, más abierto, más desconocido y, por ello, más Dios.
Por todo ello, caminar juntos, con creyentes de otras religiones, es para mí un imperativo ético. Suscríbete lo que dijo en su día el teólogo holandés Schillebeeckx: “Hay más verdad en todas las religiones que en una sola”. El cristianismo puede y debe compartir con otras tradiciones de sabiduría su experiencia de Dios y de la vida, así como aprender de ellas. Esta apertura estructural no es hoy un lujo, sino una auténtica necesidad.
Pablo D'Ors. Publicado en el número 3.025 de Vida Nueva.

Pablo d'Ors – Barbara Brown Taylor. Santa Envidia: