20 de marzo de 2022

MI DIARIO EN LA ABADÍA DE GENESSE. HENRI J. M. NOUWEN.

Siete meses en la abadía de Genesse, en el estado de Nueva York, supusieron una oportunidad excepcional para Henri Nouwen. Durante ese tiempo participó plenamente de la vida de los monjes, compartiendo con ellos la rutina diaria del trabajo y la oración.
Henri J. M. Nouwen (1932-1996) nació en los Países Bajos, donde se ordenó sacerdote. Enseñó en diversas universidades norteamericanas. Más tarde se trasladó a la comunidad del Arca en Daybreak (Toronto). A través de sus más de veinte títulos publicados se ha convertido en un importante escritor de espiritualidad.  
https://zenyadvaita.blogspot.com/2014/03/pintura-y-espiritualidad-i.html
 
“Cuando sigues yendo ansiosamente al buzón con la esperanza de que alguien “de fuera” se haya acordado de ti, cuando sigues preguntándote si tus amigos están pensando en ti y qué es lo que piensan; cuando en el fondo sigues queriendo ser alguien excepcional en esta comunidad; cuando sigues deseando que los invitados vayan a pronunciar tu nombre; cuando sigues buscando una atención especial del abad o de alguno de los monjes; cuando sigues esperando que te den un trabajo más interesante y que ocurran cosas más estimulantes, entonces te das cuenta de que ni siquiera has empezado a crear un pequeño espacio para Dios en tu corazón.
Cuando ya nadie te escribe; cuando apenas nadie se acuerda de ti o qué es lo que estás haciendo; cuando te limitas a ser uno cualquiera de los hermanos haciendo las mismas cosas que hacen ellos, ni mejor ni peor; cuando has sido olvidado por la gente, puede que entonces tu corazón y tu mente estén ya lo suficientemente vacíos como para darle a Dios una oportunidad real de hacerte sentir su presencia”.
Mi diario en la abadía de Genesse. Pag. 74.


Es un consuelo comprobar que lo que a mí me ha sucedido siempre al regresar de un sesshin (retiro intensivo de práctica zen), también le ocurrió a Henri Nouwen tras finalizar su retiro de siete meses en una abadía trapense. En esta entrada relataba mis vivencias:
https://zenyadvaita.blogspot.com/2013/03/crisis-zen_1.html
 
“Esperaba que mi intranquilidad se convertiría en paz, mis tensiones en una vida tranquila, y todas mis ambigüedades y ambivalencias en una entrega exclusiva a Dios.
No he conseguido ninguno de estos éxitos, resultados o logros. Si tuviera que preguntarme, sobre mi estancia de siete meses en la abadía: “¿Me ha servido?, ¿he resuelto mis problemas?”, la respuesta sería muy sencilla: “No, no me ha servido, no he resuelto mis problemas”. Porque un monasterio no está para resolver problemas, sino para alabar a Dios entre los hermanos.
Acababa de pensar que los siete meses que viví como monje trapense habían limpiado mi corazón lo suficiente como para que se mantuviera puro durante un año. Pero me bastaron unas semanas para darme cuenta que se me volvían a presentar visitantes molestos. Puedo decir sin exagerar que algunas de mis experiencias más humillantes se produjeron a raíz de mi vuelta.
Ya no puedo vivir sin recordar el atisbo de la gracia de Dios que vi en mi soledad, del rayo de luz que irrumpió en mi oscuridad, de la voz amable que me habló en medio del silencio, y de la suave brisa que me rozó en mis horas de quietud”.
Mi diario en la abadía de Genesse. Pags. 259, 260, 261.
 
Es muy de agradecer la sinceridad y autenticidad de Nouwen. Pocas personas del mundo de la espiritualidad reconocerían algo así; muchas dirían más bien todo lo contrario, como que la experiencia que han vivido les ha transformado su vida para siempre, o algo parecido.
 



3 comentarios:

  1. Qué buena reseña. Muy bueno todo lo comentado. Y dices bien, alguien sincero. Reconocer, mirarlo a los ojos, lo que es y no lo que te gustaría que fuera es a veces un ejercicio realmente arduo.

    La experiencia, compartida también por mí, cómo no, de volver de un sesshin de semanas pensando que "todo" será diferente... Qué cosas, visto ahora es como la ilusión que de niño tenía al ir en bici. Pedaleabas en las cuestas abajo pensando que la inercia del descenso te ayudaría a remontar la mitad de la cuesta arriba que se empinaba frente a ti. Pero no... Las cosas, las leyes de la naturaleza, no funcionan así. Bastaban unos pocos metros para perder la inercia por entero, quedar clavado desesperantemente a los pedales y al final tener que echar pie a tierra.

    En fin.. gracias por la entrada José Luis, un abrazo grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Félix. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Si, es un texto muy bonito y verdadero. Rezuma humildad y belleza....

    ResponderEliminar