6 de mayo de 2013

MAESTROS ZEN: MITOS Y REALIDAD (III). ECKHART TOLLE. ADYASHANTI.

Todos los títulos, sea el de catedrático, juez, doctor, teólogo, director de algo, psicólogo, en cuanto al ego se refiere, son peligrosos, pero el de maestro zen lo es todavía más, si cabe. Suele suceder que tras largos años de arduo esfuerzo, de innumerables retiros, muchas identidades de quien va detrás del título han quedado en el camino, pero una vez conseguido una nueva identidad va a tomar el relevo de todas las anteriores, un nuevo personaje aparece en escena, el de maestro zen, que requiere un singular atrezzo: un monasterio o un zendo, discípulos, donaciones, jerarquías, profesionalización del zen, autoridad, verticalidad, sucesores; y también normas, creencias, hábitos, ceremonias, rituales,… Y es que como el despertar de sus estudiantes se retrasa, empieza a ser sustituido por sucedáneos.


 De todo esto ya avisa Eckhart Tolle: “Tampoco debes depender de un profesor o maestro, excepto durante un periodo de transición, mientras aprendes el significado y la práctica de la presencia.”

A veces, visto lo sucedido con algunos maestros, me da por pensar que eso de lograr el “título” de maestro zen puede ser una forma como otra cualquiera, eso sí, muy elaborada, de conseguir ser el centro de atención y de encaramarse en un pedestal desde el que imponer su voluntad a los demás. Allí viven en su burbuja, relacionándose con los demás de maestro a discípulo, comunicándose mediante monólogos, desconectados de la realidad de la gente y de la vida normal. Esos maestros con sus adivinanzas zen, sus frases enigmáticas, sus viejas historias de los maestros de la antigüedad, se dedican a “marear la perdiz”. Viven de glorias pasadas. Siempre andan contando viejas historias de los grandes maestros zen de la antigüedad, pero ellos carecen de los recursos para ayudar a la gente a despertar, que sí tenían esos grandes maestros de la antigüedad de los que tanto hablan.
Supongo que por estas cosas advierte Adyashanti: Si quieres un maestro perfecto, elige uno muerto.

Pero para que alguien pueda sentirse superior también debe de haber alguien que se sienta inferior, y este papel lo desempeñan los adeptos, los dependientes. Ya lo dice Eckhart Tolle: “Siempre que te sientas superior o inferior, es el ego”.


Y Adyashanti: “Si tienes una sensación de superioridad, has de saber esto: ésa no es la visión del verdadero despertar. Ésa es la visión de un ego que se aferra al despertar y finge estar despierto.”

Tampoco estoy diciendo que esto sea siempre así, por supuesto que sigue habiendo buenos maestros zen, aquí cito a algunos de ellos, pero es una tentación que está ahí, en la que muchos caen. En cualquier caso, lo habitual es que en los maestros convivan la luz y la sombra, como le sucede a todo el mundo.


Dice Adyashanti: “La verdad no es una propiedad privada. Nadie es dueño de ella y nadie tiene más de ella que otra persona. Es un regalo igualitario.”



4 comentarios:

  1. Me alegro de que te guste, Oz. Tu blog también es muy interesante. Un cordial saludo.

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  2. Gracias por el comentario. Supongo que no es fácil mojarse y comentar en conciencia la cara B de la espiritualidad. Son fascinantes estas paradojas del camino espiritual que nos lleva a descubrir la libertad a la que nos resistimos con la búsqueda.

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