Un día, en el trabajo, una
compañera comentaba su próximo viaje de vacaciones a Turquía. El viaje, que era
organizado, consistía en pasar unos días en Estambul y también en hacer un
recorrido por la Capadocia. Otra
compañera, que había hecho ya ese viaje, le dijo que sobre todo no se perdiera
subir en globo para contemplar el amanecer en la Capadocia. Costaba
250 €, pero para ella fue lo mejor de todo el viaje. La otra compañera le
contestó que sí, que no se lo perdería, que cuando estuvo en las cataratas de
Iguazú, lo mejor fue el paseo en helicóptero. También fue caro, pero
impresionante.
Poco después una amiga me contaba
su reciente viaje a Noruega, y también me dijo que no pudo resistirse a la
tentación de subirse en un helicóptero para dar una pasada de diez minutos, a
precio de oro, sobre unos fiordos.
Los occidentales somos capaces de
hacer miles de kilómetros en avión y de gastarnos una importante cantidad de
dinero para ver la cascada, el fiordo, el gran cañón o el amanecer más
impresionante del planeta. Yo,
como un occidental más que soy, no estoy libre de esta tentación y, por
supuesto, más de una vez he caído. No sé, se me ocurre que quizá, tras ese afán
de ir en busca de lo extraordinario en lugares lejanos para disfrutar
intensamente de la belleza de la naturaleza, estemos intentando de esa forma
compensar nuestra incapacidad de percibir la belleza de lo ordinario, de lo
sencillo, en nuestra vida cotidiana. Porque ¿alguna vez nos hemos acercado al
Parque más próximo a nuestra casa solamente para contemplar el otoño o la
primavera? Esto, que yo sepa, solo lo hacen en Japón. Pero claro, ¿a quién le
vamos a contar que hemos estado en un Parque de Zaragoza contemplando el otoño?
Y si hemos hecho alguna foto, ¿a quién le va a interesar verla?
Precisamente de percibir la belleza de lo ordinario, de lo sencillo, en nuestra vida cotidiana es de lo que va el haiku. El escrito que compartí recientemente titulado PASEOS CONSCIENTES también va de esto.
Amanecer en Capadocia en globo:
https://www.youtube.com/watch?v=w3f0xjsD2Is
Hasta lo que yo he entendido, y no creo haber entendido mucho, la búsqueda de la belleza en un globo o en el parque ordinario de cualquier barrio persigue reconfortar al Ego. Sin embargo el despertar es la aniquilación del mismo.Morir para vivir es despertar.
ResponderEliminarNada que ver con vivir la belleza de lo ordinario u extraordinario en una hora programada para no tener que ser aniquilado, colgar un you tube y contar la historia de esa belleza vivida en un blog con foto incluida. Vivir como un Ego espiritual para no morir nunca, creyendo que es más espiritual ir al parque que pagar por montar en globo, mientras se escribe un Haiku.
Un abrazo
Creo que el tamaño de nuestro ego lo mide la capacidad de compasion que somos capaces de mostrar (o no mostrar). El Ser no tiene mucho interes en criticar. Saludos
EliminarCreo que el tamaño de nuestro ego lo mide la capacidad de compasion que somos capaces de mostrar (o no mostrar). El Ser no tiene mucho interes en criticar. Saludos
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