Conocí a Félix Arce en un sesshin (retiro
intensivo de meditación zen) hace ya unos cuantos años. Sucedió por casualidad,
en el último día, en la comida de despedida. Durante el sesshin no se hablaba,
pero en esta comida ya sí. Estábamos sentados en una larga mesa unas 25
personas. Alguien nos relacionó a los dos con el haiku y nos presentó.
Disfrutamos entonces de una breve pero intensa charla. Conectamos enseguida.
Los dos practicábamos zen, escribíamos haiku y nos atraía la cultura japonesa. Qué
encuentro más afortunado. Desde entonces somos amigos y, aunque vivimos en
lugares distantes, seguimos en contacto. De esta relación surgió el libro de haikus PUENTE
DE PIEDRA, al que dediqué una entrada en el blog.
Quería recomendaros para este verano RECOGIDO
EN EL AGUA, este nuevo libro de Félix Arce de haiku y haibun. Félix tiene el
don de escribir con sencillez,
sensibilidad y sinceridad de esas vivencias para las que, como él dice, “las
palabras siempre faltan o siempre sobran”. Muchas gracias, Félix, por compartir
este don.
Final de la peregrinación de Kumano Kodo. |
Para quienes practiquen meditación,
encontrarán en el libro un par de preciosas crónicas en forma de haibun de dos
sesshin, uno en Brihuega (España) y otro en el templo Kotaiji de Nagasaki
(Japón).
viene del río…
ese olor en el aire
que cruza el sendero
frente al río
en la mirada de mi hermano
la de mi padre
mansamente...
la nieve va cubriendo todo
salvo el río
mansamente...
la nieve va cubriendo todo
salvo el río
INVITACIÓN DEL
VIENTO
Sí, lo sabía, algo en mí lo sabía. A veces basta con sentarse junto al
río, sin más, sentarse y descansar junto al río que se remansa, que se ensancha
y se detiene. Y con él la tarde y su reflejo, y el cielo, quietos. Descansar.
El trazo de una nube, de lo que fue una nube, flota sobre la superficie
del agua que no se mueve.
A veces el mundo
gira y no se nota.
… yo mismo, desde hace no sé cuánto tiempo,
como jirón de nube que cede a la invitación del viento, no había cesado de
albergar pensamientos vagabundos, errando por la riberas marinas…
Unas pocas palabras del inicio de Sendas de Oku, el haibun por
excelencia, vienen a mi pensamiento en esta tarde junto al río, a la orilla de
la primavera. Mi pensamiento que va y viene, que flota sin más bajo el cielo
que no se mueve sobre el agua.
Una ráfaga de viento arranca las hojas secas de un quejigo junto a la
orilla. Algunas caen sobre el agua. Las hojas marcescentes crujen un momento,
revolotean, y flotan ahora. Y de nuevo la calma. Toco el agua, fría, y unas
ondas diminutas recorren su superficie hasta desaparecer un poco más allá. Y
más allá un somormujo nada solitario sobre el reflejo del cielo, de las
montañas, de los pinos.
A veces las palabras flotan sobre el agua, en el viento, todas las
palabras vagabundas, hasta que se desvanecen, se hunden, desaparecen. Y se
hacen silencio.
Hay diferentes huellas sobre la arena de la orilla. Diferentes tipos de
aves y los pequeños pasos de una nutria. Sigo su camino sabiendo que no me
llevará hasta ella. Pero sólo juego. Comparo mis huellas con las de ella,
caminando juntas ahora. En el cielo un pato, parece un ánade, traza una curva
silenciosa en su vuelo y se aleja al descubrirme en la orilla. Mi mirada lo
sigue más allá del reflejo de los oscuros pinos sobre el agua, de las montañas,
del cielo que se va enrojeciendo.
Y las huellas de la nutria desaparecen entre las piedras, en el agua.
Cómo brilla esta agua tan quieta. Cómo brilla el reflejo del cielo que cubre
sus huellas y mi mirada.
El repiqueteo del pico picapinos me lleva hacia el bosque. El reflejo de
la luz sobre el agua parece temblar sobre los troncos de los quejigos y los
pinos. Del nuevo el pájaro carpintero. Una vez, otra. Ahora el silencio. Y el
zumbido de las abejas. Una se detiene sobre el tronco de un pino. Brilla con la
luz del atardecer que tiembla más allá del agua.
Me siento sobre el suelo y junto a mí las hormigas caminan con pasos
diminutos, ajenos a las sombras, trazando sus senderos misteriosos.
El río, el camino, mis pies cansados, el temblor de la luz sobre el agua…
ahora comprendo lo que significa no aferrarse a nada. A nada.
Mis manos se extienden perezosas sobre el musgo que envuelve la base de
los troncos. Esta blandura aterciopelada parece enredarse entre mis dedos,
atravesar mi piel y llegar a lo más profundo de mí.
El pequeño pino que crece entre las rocas, el brezo que comienza a florecer, las hierbas altas que tiemblan en la leve brisa… y pienso
de nuevo en Bashô, en su frágil sombra recorriendo los caminos. ¿Tú también lo
sabías? ¿Quién nos tendió la mano, caminante, y atravesó nuestra piel con su
voz de viento?
Frente a mí un destello. Un hilo de seda que flota en el viento, que se
hace visible por un instante y brilla en la luz del atardecer. Y desaparece de
nuevo en el viento.
Y un silencio tan profundo como el mundo brilla ante mí. Más allá del
canto del herrerillo y el pinzón, bajo el zumbido de las abejas, el profundo
silencio de todas las cosas inunda el corazón del bosque.
Y justo ahora, junto a la orilla, sobre la rama de un pino seco, un
cuervo acaba de posarse. Y se va. Sonrío. Y ahora la primavera naciendo en el
sol que se pone al otro lado del horizonte.
A veces la invitación del viento es tan elegante que sólo cabe ceder. Y dejarse
llevar, y brillar un instante sobre las riberas marinas, antes de desaparecer
en el viento.
viento del atardecer
algunas nubes
el silencio del grillo
Se puede adquirir el libro en la página web
de la editorial:
Muchísimas gracias José Luis. No sé ni qué decir. Eres muuuy generoso.
ResponderEliminarNi podía imaginar yo entonces lo afortunado que sería para mí aquel encuentro en ese sesshin. Los proyectos, colaboraciones... El amigo extraordinario que acababa de encontrar.
Un abrazo grande
Hola Jose Luis....Preciosos los textos de tu amigo Félix Arce...!!! Son totalmente directos y producen sensaciones de inmediato...
ResponderEliminarGracias, José-Luis; parece interesante.Veo que sigues adelante.
ResponderEliminarAhhhhh, qué maravilla!!!!! Gracias ❤
ResponderEliminarMe encantó tu publicación Jose Luis Se a que te referis cuando hablas de Félix y sus escritos porque lo atesoro como amiga,que aún sin habernos encontrado personalmente, lo siento amigo .
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