Me faltaba no mucho para cumplir los sesenta cuando me fue apareciendo un dolor en las rodillas. Al cabo de unos meses ya no me podía poner en cuclillas y cuando flexionaba las piernas también me dolía. Práctico meditación zen desde hace muchos años. Mi sentada diaria la solía hacer en la postura de seiza, sentado de rodillas en una banqueta. En los retiros intensivos a los que asistía lo hacía alternando la postura de seiza con la birmana. Mi dolor en las rodillas me imposibilitó para meditar en la postura de seiza. Acudí al médico a consultarle mi problema, aunque no le conté que era meditador, y, sin necesidad de solicitar una radiografía, me diagnosticó artrosis en las rodillas, “propia de la edad”, según dijo. Como ya no podía meditar sentado de rodillas tuve que empezar a hacerlo en una silla. Y al cabo de unos meses sucedió que el dolor de rodillas fue disminuyendo hasta desaparecer. En la actualidad, con sesenta y siete años me puedo poner en cuclillas sin ningún problema.
Cuando asistimos a un curso de introducción a la meditación, sea de meditación zen, vipassana, mindfulness, yoga,… nadie nos advierte de los posibles riesgos de lesiones que pueden aparecer por practicar en determinadas posturas. Y deberían hacerlo. No solo hablar de los efectos beneficiosos.
En algunas escuelas de meditación más estrictas se considera la postura del loto como la más adecuada, y por ello se anima a los estudiantes, aunque al principio les resulte dolorosa, a esforzarse en practicar en esta postura. Pero la rodilla es una articulación de bisagra, lo que quiere decir que solamente es capaz de flexionarse y extenderse. Las lesiones llegan cuando le pedimos que realice un movimiento para el que no fue diseñada: rotar.
Hay algunas personas muy flexibles que pueden sentarse en el loto o el medio loto sin apenas dificultad, pero eso no significa que puedan hacer varios retiros intensivos al año, con un montón de sentadas al día de 30 o 40 minutos de duración, durante años y que no surjan lesiones importantes y acaben en el quirófano. Cualquier traumatólogo, médico rehabilitador o fisioterapeuta puede confirmar esto. Y es que en posturas como el loto, cuando no tenemos la suficiente movilidad en la cadera, comenzamos a exigirle a la rodilla que asista en la rotación, efectuando un efecto de torsión. El daño ocasionado, aunque al principio no se note, es acumulativo, y con el paso de los años puede ocasionar graves lesiones de rodilla.Y es que no se debe compensar con la rodilla lo que la cadera no puede hacer. El problema reside en que hay meditadores que obligan repetidamente a su cuerpo a adoptar ciertas posturas, cuando su propia fisiología lo impide. Muchos meditadores confunden el dolor de las articulaciones -que significa que se debe dejar de hacer determinada postura- con la rigidez, a la cual se deben sobreponer y superar.
Hace unos días me propuse encontrar la silla más adecuada para la meditación. Ya había probado las ergonómicas, pero en ellas se carga mucho el peso sobre las rodillas y no me acabaron de convencer. Después de visitar muchas páginas web de sillas y de acudir a varias tiendas para probarlas, la que más me convenció fue una silla de El Corte Inglés a la que, curiosamente, le han denominado con el nombre de silla zen. Es un poco cara, 129€. Ya he meditado sentado en ella y es perfecta, la que andaba buscando. Ah, por si alguien piensa mal, El Corte Inglés no me paga por recomendar su silla, ni me da comisión por las que se vendan.
Cuando asistimos a un curso de introducción a la meditación, sea de meditación zen, vipassana, mindfulness, yoga,… nadie nos advierte de los posibles riesgos de lesiones que pueden aparecer por practicar en determinadas posturas. Y deberían hacerlo. No solo hablar de los efectos beneficiosos.
En algunas escuelas de meditación más estrictas se considera la postura del loto como la más adecuada, y por ello se anima a los estudiantes, aunque al principio les resulte dolorosa, a esforzarse en practicar en esta postura. Pero la rodilla es una articulación de bisagra, lo que quiere decir que solamente es capaz de flexionarse y extenderse. Las lesiones llegan cuando le pedimos que realice un movimiento para el que no fue diseñada: rotar.
Hay algunas personas muy flexibles que pueden sentarse en el loto o el medio loto sin apenas dificultad, pero eso no significa que puedan hacer varios retiros intensivos al año, con un montón de sentadas al día de 30 o 40 minutos de duración, durante años y que no surjan lesiones importantes y acaben en el quirófano. Cualquier traumatólogo, médico rehabilitador o fisioterapeuta puede confirmar esto. Y es que en posturas como el loto, cuando no tenemos la suficiente movilidad en la cadera, comenzamos a exigirle a la rodilla que asista en la rotación, efectuando un efecto de torsión. El daño ocasionado, aunque al principio no se note, es acumulativo, y con el paso de los años puede ocasionar graves lesiones de rodilla.Y es que no se debe compensar con la rodilla lo que la cadera no puede hacer. El problema reside en que hay meditadores que obligan repetidamente a su cuerpo a adoptar ciertas posturas, cuando su propia fisiología lo impide. Muchos meditadores confunden el dolor de las articulaciones -que significa que se debe dejar de hacer determinada postura- con la rigidez, a la cual se deben sobreponer y superar.
Alto y claro, gracias.
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