En los últimos años de mi propio caminar, identificó estos doce umbrales que presento para pasar de aquí a Aquí . Todos van a dar al mismo Lugar desde cualquiera de los lugares.
Introducción: Cada instante es un umbral.
Todo lo que necesitamos está aquí. Pero pocas veces accedemos a la completud de este Aquí porque estamos distraídos o bloqueados en otro aquí. Tal es la paradoja de la condición: tener conciencia sin ser apenas conscientes humanos, estar aquí y ahora en cada momento y, sin embargo, no llegar a estar muy presentes en ningún momento.
1. De la cerrazón a la apertura.
Espaciosidad tal vez sea la palabra que mejor exprese a lo que invita la apertura.
Vivir en estado de abiertos es permitir que se manifieste el destello que hay en todas las cosas.
La paradoja de toda existencia es que solo llegamos a ser completamente cuando dejamos de ser.
Vivir en estado de abiertos es dejar que las olas del mar rompan en el pecho.
2. Del ruido al silencio.
Cuando el silencio se instala en nosotros, se descorre un velo y el mundo adquiere una nueva luminosidad.
Silenciarse es adentrarse en la realidad de un modo desarmado e inocente para disponerse a ver y escuchar.
Silenciarse es espaciarse por dentro y por fuera.
El silencio no es la ausencia de ruido sino la ausencia de ego.
El silencio capaz de percibir la esencia sagrada de las cosas también permite percibir la profundidad de las personas.
3. De la dispersión a la atención.
Somos existencia distraída.
La concentración es un proceso de forzar la mente, restringiéndola a un punto, mientras que la atención carece de fronteras.
Atender para posibilitar que cada instante sea un encuentro y un encontrado.
4. De la resistencia a la rendición.
Para atravesar el umbral que separa el aquí de Aquí, hay que dejar de defenderse, soltarse y entregarse. Solo cuando nos rendimos se produce la apertura.
El árbol vuela en cada hoja que suelta al tiempo que permanece. Ese manso desprenderse es la liberación de quien ya no retiene.
5. De escoger a acoger.
En estado de receptividad y de apertura, todas las situaciones son ocasion de conexion y de comunion con la Realidad.
Cruzar el umbral de aquí a Aquí es tan simple como exigente. Pero ¿cruzar a dónde? Hacia lo abierto.
6. De hacer a dejarse hacer.
No se trata de no-hacer, sino de dejarse hacer a través de lo que hacemos.
Dejar ser para seguir creciendo y decreciendo, dando y recibiendo en cada paso que nos va haciendo y des-haciendo para Otramente ser.
7. De saber a no saber.
La ignorancia del Buda –“el Buda es quien no sabe”- no es la misma que la del necio, que significa precisamente “el que no sabe”. El problema del necio no es que no sepa, sino estar convencido de que sabe sin saber.
Aferrados a lo que conocemos, nos privamos del frescor de perdernos en lo que nos queda por recorrer. Al no saber que ignoramos, quedamos confinados en la necesidad de lo que controlamos.
8. Del juicio a la bendición.
El juicio somete la realidad a nuestras categorías más estrechas.
El perdón es el privilegio de la víctima.
Perdonar posibilitar restaurar la devastación causada por la ofensa, volver a reiniciar la relación, sanar la herida que, de otro modo, queda abierta e infectada.
Sólo la gratitud es capaz de percibir el aura de las cosas, el aro de luz que las rodea.
Nos basta con el destello de cada Presencia.
10. De ocupar un sitio a generar un lugar.
Sentados en la tierra, se piensa de un modo diferente. Hay menos mente, más silencio y más resonancia en el cuerpo.
Humildad procede de humus, “tierra”. Ser humilde es hacerse tierra fértil, fecundar la vida de los demás acompañandos lugar, dejándoles espacio, descubriendo nuevos territorios en los que cada cual pueda llegar a ser.
Tal es el don de la pobreza: el ser humano convertido en pura concavidad, en pura espaciosidad, sin reclamar ni exigir nada porque ha sido bautizado de inocencia.
Una de las tareas de nuestra vida es llegar a hacernos íntimos de nosotros, ser capaz de habitar nuestra propia intimidad.
Los auténticos solitarios son solidarios. En su silencio descubren la trama que les une con todos los demás seres, sin confundirse ni diluirse en ellos.
En este último umbral culminan todos los caminos. Ausencia y Presencia son percepciones o estados del yo, que es quien los siente, mientras haya un yo que los sienta.
La extrema pobreza es la suprema vacuidad, que también es la suprema libertad. A ese lugar somos convocados.
En este libro, Javier Melloni cita a numerosos maestros, místicos y sabios de diferentes culturas y tradiciones religiosas, como Bodhidharma, François-Xavier Nguyen van Thuan (obispo vietnamita), Jean Klein, Chögyan Trungpa, Rainer María Rilke, Krishnamurti, Jesus de Nazaret , Rumi, Yongey Mingyur Rimpoché, Ramana Maharshi, Nisargadatta, Paul Knitter, Henry D. Thoreau, Thomas Merton, Raimon Panikkar, Eckhart Tolle, David Carse, Maestro Eckhart, Byron Katie, san Ignacio de Loyola, Etty Hillesum, Gandhi, Lao Tse , Nararjuna, Claudio Naranjo, Margarita Porete, Dogen, San Juan de la Cruz, Tagore, Seng T'san, Masanobu Fukuoka, EF Schumacher, Satish Kumar, Thich Nhat Hanh, Elie Wiesel, Abû Yazîd Bastami, Alce Negro.
https://www.youtube.com/watch?v=PLr6ts8pkG8
Muy interesante este artículo de Melloni. Para una larga reflexión. Gracias José Luis
ResponderEliminarGracias
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