Que
bien lo describe Lawrence Shainberg, en la pág. 279 de su libro “Zen
Ambivalente”:
Cuando
seis días más tarde finaliza el sesshin, me siento tan exultante que, durante
las dos primeras noches no puedo dormir. Tengo un acceso limitado de mi
experiencia de no escape, pero no dudo de que me ha transformado. Como de
costumbre, mi júbilo dura dos o tres días antes de estrellarme. En esta
ocasión, el retroceso parece peor que en cualquier otra, como una bajada de
drogas. No puedo ni pensar en ponerme a trabajar. Las comprensiones que he
obtenido en el sesshin son vagas e intelectuales. Una vez más, vuelvo a
sentirme mal respecto a la práctica, con el Roshi, pero sobre todo conmigo
mismo, por haberme dejado volver a seducir por el zen y sus vaporosos sueños de
ecuanimidad.
Una
persona espiritual se puede volver adicta a subidones espirituales, y de esta
forma se pierde la experiencia de la Verdad. No hay droga más potente que la
experiencia espiritual.
Este
problema perdurará mientras una parte de ti siga esperando el subidón de la
experiencia.
El subidón
de la experiencia espiritual va seguido del bajón espiritual.
Eso
es lo que hace el yo. Persigue lo bueno y evita lo malo. Mientras la identidad
siga ligada a este movimiento, aunque estés en un subidón espiritual que te
parezca muy noble, nunca llegarás a ser libre.
El
despertar espiritual no tiene nada que ver con ninguna experiencia de subidón.
Si todo es Uno, cuando el péndulo está arriba el Uno es el mismo que cuando
está en cualquier otro lugar.
El
yo personal cree que cuando se siente mejor está más cerca de su verdadera
naturaleza y que cuando se siente mal está más lejos. Pero después de vivir en
este movimiento de “lo tuve pero lo perdí”, al cabo del tiempo ese yo deja de
creerse su engaño. Comienza a entrever algo, a reconocer que la libertad no
consiste en eso.
El
buscador espiritual puede invertir toda su existencia y su identidad en esta
experiencia pendular.
La
iluminación en sí no es una experiencia. Y no es el subidón de ningún estado espiritual.
Los
estados espirituales cumbre son de los escondites más efectivos, pues parecen
muy dichosos y plenos. A pesar de tener esas experiencias asombrosas en ellos, cuando
llegas a casa, después del trabajo, sigues dándole patadas al perro.
Las experiencias místicas son preciosas. En muchos
sentidos son las experiencias más elevadas y placenteras que un “yo” puede
tener.
Etapas del despertar. Adyashanti (activar subtítulos en español):
Etapas del despertar. Adyashanti (activar subtítulos en español):
JOSE LUIS: Gracias Mil como siempre....conozco " el subidon espiritual", tantas veces vivido en seshines y Ango ,hasta que llego a mi " La crisis del zen" del que sos autor Y despues llego a traves tuyo Adyashanti y la danza del vacio...y luego vuelta a las ciencias Sagradas a traves de un Jesuita. Me siento mucho mas estable y me libere afortunadamente del famoso" subidon" tan bien descripto en " El zen amvibalente" Fuerte abrazo y gracias
ResponderEliminarEres muy sincera comentando tu sentir, Marcela. En mi caso, yo creo que ni siquiera llegaba al subidón espiritual; sino que me quedaba en la espiritualidad mental...
ResponderEliminarMi amistad con José Luis me ayudó mucho, compartiendo su camino, a reconocer el silencio que siempre está.
ustedes van a las ssechin con ese "espíritu "?
ResponderEliminar“Tengo mi propia forma de caminar y, por alguna razón u otra, el Zen está justo en el medio donde quiera que vaya. Me parece que el Zen es la atmósfera misma de los Evangelios, y los Evangelios están repletos de ella. Es el clima apropiado para cualquier monje, sin importar el tipo de monje que sea. Si no pudiera respirar Zen, probablemente moriría de asfixia espiritual.”
ResponderEliminarThomas Merton