16 de febrero de 2014

SUBIDÓN ESPIRITUAL (I). ADYASHANTI.

Que bien lo describe Lawrence Shainberg, en la pág. 279 de su libro “Zen Ambivalente”:

Cuando seis días más tarde finaliza el sesshin, me siento tan exultante que, durante las dos primeras noches no puedo dormir. Tengo un acceso limitado de mi experiencia de no escape, pero no dudo de que me ha transformado. Como de costumbre, mi júbilo dura dos o tres días antes de estrellarme. En esta ocasión, el retroceso parece peor que en cualquier otra, como una bajada de drogas. No puedo ni pensar en ponerme a trabajar. Las comprensiones que he obtenido en el sesshin son vagas e intelectuales. Una vez más, vuelvo a sentirme mal respecto a la práctica, con el Roshi, pero sobre todo conmigo mismo, por haberme dejado volver a seducir por el zen y sus vaporosos sueños de ecuanimidad.

 Dice ADYASHANTI al respecto en su libro “La danza del vacío”:

Una persona espiritual se puede volver adicta a subidones espirituales, y de esta forma se pierde la experiencia de la Verdad. No hay droga más potente que la experiencia espiritual.

Este problema perdurará mientras una parte de ti siga esperando el subidón de la experiencia.

El subidón de la experiencia espiritual va seguido del bajón espiritual.

Eso es lo que hace el yo. Persigue lo bueno y evita lo malo. Mientras la identidad siga ligada a este movimiento, aunque estés en un subidón espiritual que te parezca muy noble, nunca llegarás a ser libre.


El despertar espiritual no tiene nada que ver con ninguna experiencia de subidón. Si todo es Uno, cuando el péndulo está arriba el Uno es el mismo que cuando está en cualquier otro lugar.

El yo personal cree que cuando se siente mejor está más cerca de su verdadera naturaleza y que cuando se siente mal está más lejos. Pero después de vivir en este movimiento de “lo tuve pero lo perdí”, al cabo del tiempo ese yo deja de creerse su engaño. Comienza a entrever algo, a reconocer que la libertad no consiste en eso.

El buscador espiritual puede invertir toda su existencia y su identidad en esta experiencia pendular.

La iluminación en sí no es una experiencia. Y no es el subidón de ningún estado espiritual.

Los estados espirituales cumbre son de los escondites más efectivos, pues parecen muy dichosos y plenos. A pesar de tener esas experiencias asombrosas en ellos, cuando llegas a casa, después del trabajo, sigues dándole patadas al perro.

Las experiencias místicas son preciosas. En muchos sentidos son las experiencias más elevadas y placenteras que un “yo” puede tener.

Etapas del despertar. Adyashanti (activar subtítulos en español): 

4 comentarios:

  1. JOSE LUIS: Gracias Mil como siempre....conozco " el subidon espiritual", tantas veces vivido en seshines y Ango ,hasta que llego a mi " La crisis del zen" del que sos autor Y despues llego a traves tuyo Adyashanti y la danza del vacio...y luego vuelta a las ciencias Sagradas a traves de un Jesuita. Me siento mucho mas estable y me libere afortunadamente del famoso" subidon" tan bien descripto en " El zen amvibalente" Fuerte abrazo y gracias

    ResponderEliminar
  2. Eres muy sincera comentando tu sentir, Marcela. En mi caso, yo creo que ni siquiera llegaba al subidón espiritual; sino que me quedaba en la espiritualidad mental...
    Mi amistad con José Luis me ayudó mucho, compartiendo su camino, a reconocer el silencio que siempre está.

    ResponderEliminar
  3. ustedes van a las ssechin con ese "espíritu "?

    ResponderEliminar
  4. “Tengo mi propia forma de caminar y, por alguna razón u otra, el Zen está justo en el medio donde quiera que vaya. Me parece que el Zen es la atmósfera misma de los Evangelios, y los Evangelios están repletos de ella. Es el clima apropiado para cualquier monje, sin importar el tipo de monje que sea. Si no pudiera respirar Zen, probablemente moriría de asfixia espiritual.”

    Thomas Merton

    ResponderEliminar