Una experiencia de
total desesperanza, de renunciar a la esperanza completamente. Este es el punto
importante, es el principio del principio. Si no renunciamos a la esperanza –de
que hay otro lugar mejor en el que estar, de que tenemos que ser otra persona
mejor- nunca nos relajaremos en el lugar dónde estamos y en quiénes somos.
El sufrimiento
empieza a disolverse cuando cuestionamos la creencia o la esperanza de que hay
algún lugar donde ocultarse.
El dharma no es una
creencia ni es un dogma; es la apreciación total de la impermanencia y el
cambio. Las enseñanzas se desintegran cuando tratamos de agarrarlas, tenemos
que experimentarlas sin esperanza. El mensaje es intrépido, el dharma nunca
estuvo destinado a ser una creencia que pudiéramos seguir ciegamente, no nos da
nada a lo que agarrarnos.
La primera noble
verdad del Buda es que el hecho de sufrir no indica necesariamente que algo
esté equivocado.
Puedes poner la
frase: “Abandona la esperanza” en la
puerta de tu frigorífico.
La esperanza nos
roba el momento presente.
Renuncia a la
esperanza de que nuestra experiencia podría ser diferente y renuncia a la
esperanza de que podríamos ser mejores.
Tomar refugio en el
Buda, en el dharma y la sangha tiene que ver con renunciar a la esperanza de
contar un suelo bajo los pies.
Relajarnos en el
momento presente, relajarnos en la ausencia de esperanza, relajarnos en la
muerte, no resistirnos al hecho de que las cosas se acaban, de que las cosas
pasan, de que no tienen sustancia verdadera, de que todo está cambiando constantemente:
éste es el mensaje básico.
Renunciar a la esperanza te anima a quedarte contigo mismo, a ser tu propio amigo, a no huir de ti mismo, a volver a lo simple y sin artificio, pase lo que pase.
https://www.youtube.com/watch?v=uqAGTf8JemQ
https://www.youtube.com/watch?v=1ZnLkgZzNxs
Muy útil consejo hoy y siempre, José Luis. Gracias
ResponderEliminarNunca me cansaré de repetir esa frase. Es verdad que la deberíamos poner pegada en el frigorífico.
ResponderEliminarAbandonarse. Dejar pasar las nubes sin darles forma. De una vez por todas dejar de ser mi enemigo íntimo.
Un abrazo grande JL