20 de octubre de 2021

RETIRO ZEN EN LA CALLE, CON LOS INDIGENTES. JOAN HALIFAX.

“Sin lodo, no hay loto”.
Thich Nhat Hanh
 
De Roshi Joan Halifax ya compartí una nota biográfica en otra entrada del blog: 
"En el verano de 2016, Kosho Durel, capellán de Upaya, y Joshin Byrnes, que desarrolló un proyecto sobre personas sin techo para Upaya, dirigieron un retiro en la calle con nueve practicantes en San Francisco, una ciudad donde hay unas 6.700 personas viviendo en la calle. Los retiros en la calle fueron creados por Roshi Bernie Glassman como una forma de que los practicantes se sumergieran en la realidad de las personas sin hogar. Los participantes en el retiro duermen en la calle, mendigan dinero y comida, van a comedores de beneficencia, caminan y hablan con quienes se encuentran, son testigos de tráfico de drogas y de robos y del hambre, y entran en contacto con la vulnerabilidad que sienten en esta situación.   

Al acceder a una visión tan cercana al clasismo, el racismo y la apatía moral de nuestra sociedad, la mayoría de los participantes experimentan sufrimiento moral. Se ven obligados a practicar el No Saber y el Estar Presentes, y muchas veces se sienten inspirados hacia la Acción Compasiva.

Kosho y Joshin decidieron visitar el comedor de beneficencia gestionado por la Glide Memoria Church, una iglesia metodista tradicionalmente progresista. El comedor no era lo que esperaban. Kosho describe la cafetería del sótano como una sala con suelos de hormigón, mobiliario metálico y paredes de diez metros de alto “pintadas de un azul claro de hospital, pero sucio como una piscina sin agua”. Relataba que allí había entre cincuenta y cien personas comiendo en el primer turno gracias a sus vales de comida; todos comían en silencio, con las cabezas bajas, y después se les metía prisa para que se fueran y pudiera entrar a comer el turno siguiente. Él y Joshin “salieron conmocionados” de su experiencia. 

Homeles. El 2º por la izquierda, sentado, es Bernie Glassman.

Aquí, el respeto se convierte en un factor importante; respeto por los demás, ya sean pobres o privilegiados, y respeto por uno mismo, pues podemos derrumbarnos fácilmente en este entorno tenso.

Kosho explicaba: “En los retiros en la calle se nos anima a suspender la acción, a soltar nuestras opiniones previsibles sobre lo correcto y lo incorrecto y dejar que desaparezca la necesidad de saber. De este proceso surge una gran oportunidad. Vemos las cosas tal como son sin los filtros de la culpabilidad y el reproche. Y así es como he sentido que debajo de la ira está la pena por el dolor de la enfermedad, la vejez y la muerte, y por debajo hay tristeza, y que a su vez todas estas emociones están englobadas en un profundo sentido de estar conectados, de ser un solo cuerpo. Entonces la Acción Compasiva surge de la motivación pura de entablar amistad con todos mis vecinos, ya estén experimentando riqueza o pobreza, dando y recibiendo lo que haga falta. Esta es una relación, una acción muy profunda de sanarnos a nosotros mismos”.
Al borde del abismo. Joan Halifax.

 

 

 

3 comentarios:

  1. San Francisco y las personas que viven en la calle. Buff, recuerdo cuando llegué aquí la impresión que me causó ver a esas personas de la intemperie caminar de aquí para allá con sus carros o sin prácticamente nada. Los casi campamentos de tiendas de campaña en determinadas calles.

    Me conmovió y me espantó la aparente normalización de lo que jamás debería ser normal ni aceptable.

    Las bicis aparcadas junto a la tienda. La estantería con libros en plena acera, debajo de un árbol. El sillón de barbero reutilizado en la esquina, con una sombrilla, y los envases de café tirados alrededor...

    ¿Sabes? Es terrible. Es terrible pasar del miedo a la conmoción, y de la indignación a la compasión. Y poco a poco... sin apenas darte cuenta... a la normalidad.

    Es terrible.

    Junto a los rascacielos futuristas y las aplicaciones informáticas hasta para tirar la basura, más allá de los jardines y parques impolutos donde revolotean los colibríes, hay personas que viven sin más que la propia vida. Arrastrando penosamente los días y las noches.

    Y ya.



    Cuando arrecia el viento y hace frío pienso en esas personas. Pienso en una. Bajo uno de los puentes de las autopistas que parecen atravesar la ciudad volando, una tienda de campaña en la acera. Siempre está cerrada. Desde el interior a veces suena música.

    Un abrazo grande José Luis. Gracias por tu sensibilidad



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  2. Tremendo, Félix. Gracias por tu comentario tan vivencial.

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